Gafas de cerca
Tacho Rufino
Nuestro maravilloso Elon
Calle Rioja
Hay cosas que sólo ocurren en los autobuses urbanos. Estaba en la parada de la Palmera frente al Seminario y el bufete de José Ignacio Bidón, que es también Consulado de las Filipinas en Andalucía. El 3 me acercaba antes a mi destino, pero pasó primero el 6. Venía bien cargado. Un señor se sentó en los asientos reservados para personas mayores, embarazadas o con problemas de movilidad. Hizo un doble ejercicio de generosidad. El primero, cederle su asiento a una señora con muletas. Él se sentó en una silla ortopédica. A renglón seguido, otro viajero pidió información sobre la parada más próxima para ir hasta la Capilla de los Marineros. El hombre generoso (todavía no conocía su lustroso apellido) le sugirió que en cuanto cruzáramos el puente se bajara en la primera parada de Virgen de Luján. Le señaló el edificio de Altadis, le indicó la calle Juan Sebastián Elcano y que en la plaza de Cuba volviera a preguntar. “Si sigue hasta el Tardón va a tener que caminar mucho más”.
Cuando el hombre que iba a rezarle a la Esperanza de Triana se bajó, el informador espontáneo presentó sus credenciales. “Yo me conocía todas las calles de Sevilla. Me las he recorrido todas. Mis piernas han sido mi herramienta de trabajo. Yo he jugado en el Betis”. Por deformación profesional, se encendió mi alerta de curiosidad. ¿En el Betis? “Sí señor, la temporada 71-72”. Antes de que me dijera quién era, hablamos de Quino, de Gualberto. Me dijo de carrerilla la selección de los Salesianos de Triana de la que formaba parte el virtuoso del sitar. Mi hombre se llamaba en los cromos Viqueira.
Jugó una sola temporada en el Betis, en Primera División. “Mire usted, no en cualquier sitio. Debuté en el Santiago Bernabéu en un Real Madrid-Betis. Ese día también debutaban en el Madrid Verdugo y Anzarda, un argentino que terminó jugando en el Betis”. El Betis perdió 2-0, goles de Amancio y Aguilar. Salió con: Campos; Telechía, Casasas, Bizcocho; González, Frigols; Viqueira, Rodríguez, Roselló, Isauro y Arrieta. Quino ya estaba en el Valencia. La temporada 71-72 ganó el Pichichi Porta, del Granada. Fue el año de la tragedia aérea de los Andes y del oro de Paquito Fernández Ochoa en Sapporo.
“Yo nací en San Bernardo, el barrio de los toreros; vivo en la Ronda de Triana; me casé en la Macarena (en el autobús viajaba Paquita, su mujer) y he jugado en el Betis. ¿Se puede ser más sevillano?”. Como quedaban varias paradas para que se bajara, hablamos de su trayectoria. Del Betis pasó al Cádiz y de éste al Calvo Sotelo, entonces un gallito de la Segunda. Esas dos palabras del equipo de fútbol que tenía el nombre de la empresa petroquímica despertaron mi paisanaje. El equipo de mi pueblo, del que fui socio, al que recordé cuando pronuncié el pregón de su Feria, en la que dije que Chone en inglés se decía Bobby Charlton. “Es que yo he visto a muy pocos futbolistas con la calidad de Chone”.
Me dijo que iba a hacer muy feliz a su familia cuando le dijera que había coincidido en el autobús con alguien de Puertollano. He encontrado a Viqueira en la página 1.200 del libro (tres volúmenes) Fútbol y sociedad en Puertollano en el siglo XX (1920-2000), obra de Luis F. Pizarro Ruiz (tiene 2.142 páginas, ni el Madrid, el Bayern o el Milan). Fichó por el Calvo Sotelo en la temporada 75-76. Mañana, 12 de octubre, cumple 76 años. Esta crónica es mi particular regalo de cumpleaños. Tenía 27 cuando llegó a Puertollano.
Allí vivió la muerte de Franco y el cierre el último día de 1975 de las minas, aunque casi medio siglo después las crónicas siguen hablando del equipo minero que el domingo perdió contra el Villarrobledo. Llegó el mismo año que Odair, un brasileño al que su intermediario traía en el mismo lote que Bío, que terminó jugando en el Tarrasa.
El futbolista que debutó con el Betis en el Bernabéu aterrizó en la cruda realidad de la Segunda, donde se cruzó con futuras estrellas como Quini y Churruca (Sporting de Gijón), Juanito (Burgos), Valdano (Alavés), Esteban y Uriarte (Málaga), Buyo (Deportivo de la Coruña) o Lobo Carrasco (Barcelona Atlético). Cuando estuvo en Primera con el Betis, Alfredo DiStéfano entrenaba al Valencia. En Segunda, volvió a cruzarse con él cuando el astro argentino entrenaba al Rayo Vallecano y al Castellón.
En su primera temporada, el tren en el que el equipo viajaba a Vigo sufrió un descarrilamiento en un túnel cerca de Orense. Murieron cinco viajeros, entre ellos Pedro Ortuño, director de Radio Popular de Puertollano. El Calvo Sotelo disputó el partido y ganó 1-2 en Balaídos, dos goles de Odair. Que con los años se convertiría en representante de futbolistas y fue el que gestionó el fichaje de Zúñiga por el Sevilla.
En su segunda temporada en Puertollano, 76-77, una lesión le impidió disputar un partido amistoso frente al San Lorenzo de Almagro, equipo argentino del que es incondicional el papa Francisco y que acababa de traspasar a Scotta al Sevilla. En el 6 hablamos de los buenos tiempos del equipo. Cuando pasa por López de Gomara me señala el bar donde paraba Marín, que fue capitán del Calvo Sotelo, jugó también en el Cádiz y el Logroñés y fue taxista en Sevilla; o la calle donde vive Antonio Biosca, que vino al Betis desde el Calvo Sotelo, participó decisivamente con dos goles en la clasificación del Betis para disputar y ganar la Copa del Rey y disputó el Mundial de Argentina 1978. Y en la Velá lo nombraron trianero adoptivo.
La temporada 76-77, año que llegué a Sevilla para hacer prácticas en El Correo de Andalucía, fue muy buena para los anteriores equipos de Antonio Viqueira Ramos. El Betis ganó la primera Copa del Rey y el Cádiz, por primera vez en su historia, subía a Primera División, con Quino en sus filas. Como las desgracias nunca vienen solas, un año después el Betis y el Cádiz bajaron a Segunda y el Calvo Sotelo a Segunda B. Como dice el final de Con faldas y a lo loco: nadie es perfecto.
Viqueira y Paquita, los novios de la Macarena que viven en Triana, se bajan en la parada junto a la iglesia de Santas Justa y Rufina, frente al parque del Turruñuelo.
Barrio de Triana con el que Gualberto tituló uno de sus trabajos discográficos. Hay derrotas muy dulces. Goles de Amancio y Aguilar. ¿Se puede ser más sevillano? El 6 proseguía su marcha pasando junto a un faro sin mar, la Torre Sevilla de César Pelli. Viqueira debía lucir el 7, pero lo conocí en el 6. Cuando subí en la avenida de la Palmera, la senda que lleva al corazón de esta historia. La que te lleva a Cádiz en un suspiro y a Puertollano en el AVE desde Santa Justa.
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