La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Más allá de la voz de la Laura Gallego
Sevilla/Pedro Sánchez viene a Sevilla y se fotografía con el alcalde y con mi Juan (Espadas) en armonía y concordia. Oseluí Sanz se pasea con Soledad Becerril, depositaria del prestigio que de momento no se le atribuye a Zoido, al que me lo están tapando. Ay, que no te veo Tadeo... Ponen a Soledad por delante con la famosa escoba de oro de la limpieza. Monteseirín estuvo un tiempo retirado después de estar nada menos que doce años al frente del Ayuntamiento, pero volvió de Madrid y recuperó su fila preferente en todos los actos de la ciudad y de partido. Como es debido, por cierto. ¿De nuestro primer alcalde, don Luis Uruñuela, qué podemos decir? El caballero inglés del PA. ¿Y Alejandro? Se nos ha hecho juanmer con tanta apuesta por el neoandalucismo transversal. La pregunta ahora es la siguiente. ¿Por qué no vemos a Antonio Rodrigo Torrijos tratado como se merece por sus propios camaradas en esta campaña electoral? ¿Acaso no ha sido Antonio el militante del PCE, vinculado a Izquierda Unida, que mayor poder institucional ha ostentado en el Ayuntamiento de Sevilla? Ha salido limpio de todos los frentes judiciales sufridos (Mercasevilla, Fundación de Sevilla, Sevilla Global y Fitonovo).
¿No podía haber cerrado simbólicamente la lista de la confluencia de turno o como se llame en cada momento el majado de la izquierda a la izquierda del PSOE? Qué mejor momento que reivindicar con orgullo a Torrijos por sus apuestas como el carril bici, la introducción de las cláusulas de calidad en los contratos públicos, las siete mil viviendas públicas construidas en pleno boom inmobiliario, el bonobús solidario, los dichosos presupuestos participativos... Con Torrijos se podía estar de acuerdo o no y, por supuesto, se podía y se debía polemizar. Lo que no tiene lógica alguna es que los suyos no aprovechen hoy el tirón de su figura. El otro día llenó el teatro del Hogar Virgen de los Reyes en un acto de desagravio tras la insoportable presión judicial y mediática que terminó laminando su salud, que no su ánimo.
El caso es que no lo vemos, salvo en actos en la provincia donde algunos de sus camaradas lo reclaman, sabedores del predicamento que goza entre los afiliados. Quizás todos los partidos son iguales a la hora de tener líderes (jefecillos, mejor dicho) que no quieren que nadie les haga la más mínima sombra. ¡Con lo bien que habla el bueno de Antonio! Visto con distancia, hoy atesora esos dos valores tan orillados por desgracia en la sociedad actual, que son el prestigio y el respeto. Tal vez lo inviten a algo en lo que queda de campaña. Mientras lo vemos en esos debates de televisión donde le sigue arreando a la derecha como si no hubiera un mañana.
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