Una calzada y mil caminos

18 de enero 2025 - 03:10

Los que a finales de los noventa nos dedicábamos al noble y humilde oficio del periodismo recordamos una vieja costumbre de los alcaldes del extremo sur de la Vía de la Plata. Todos los lunes mandaban un fax a las redacciones de los periódicos con los nombres de los muertos en accidente de tráfico en la N-630. Era su manera de presionar al Gobierno de Madrid para que desdoblasen dicha carretera o construyesen una autovía alternativa, algo que finalmente se consiguió con José María Aznar. El resultado final fue la A-66 o Ruta de la Plata, una auténtica revolución para la movilidad en la banda oeste de España.

Con la A-66 el país actual no hizo más que vigorizar una de las vías de comunicación más antiguas de la Península Ibérica. Tan antigua que, según se especula, antes que humana fue animal. La trashumancia y, con el tiempo, el Honrado Concejo de la Mesta, no fueron más que el aprovechamiento humano de las migraciones de los mamíferos herbívoros tras los pastos de invierno y verano, un eterno viaje de ida y vuelta que iba dejando por los campos de Castilla y Extremadura un reguero de canciones, pleitos, amoríos, pendencias, negocios, amistades, tradiciones, leyendas... Sobre esas prehistóricas rutas de animales y sapiens, Roma construyó la Vía de la Plata para unir Mérida y Astorga en el contexto de la invasión y romanización de la Península Ibérica. Pero con el tiempo el término sirvió para denominar a ese gran corredor que une la Baja Andalucía con el noroeste. El historiador y arqueólogo Ramón Corzo ha escrito sobre el tramo sur de la Vía de la Plata, cuyo arranque traslada hasta la desembocadura del Guadiana.

En cierta ocasión oímos a un ignorante decir que la Vía de la Plata era un “invento de Fraga”, imaginamos que en su condición de ministro de Información y Turismo. Pero lo cierto es que este camino milenario, convertido en calzada por Roma, fue a lo largo de la historia muchas cosas –además de un invento de don Manuel–. Fue vía ganadera, militar, religiosa, comercial... Por ella anduvieron los hispanorromanos que venían a rendir culto imperial a Itálica, los godos, los vándalos en sus caballerías, los omeyas, los mozárabes con sus liturgias, los peregrinos a Santiago, los reyes de Castilla, Cristóbal Colón –que la menciona en su correspondencia–... hasta hoy en que la transitamos cómodamente en coche.

Acertaron aquellos que describieron la Vía de la Plata como “una calzada y mil caminos”. Uno se puede pasar la vida perdiéndose en su geografía fractal, en sus cañadas, veredas, carreteras y senderos. Quien la transitó, lo sabe.

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