Gafas de cerca
Tacho Rufino
Nuestro maravilloso Elon
Regar la cama, sólo falta ver al vecino de enfrente cómo riega la cama en estas noches de mercurios disparados para retrotraernos al pasado. Ay aquellos veranos sin el paliativo del hitachi, ese aparato que sólo se disfrutaba en algún cine del centro o en la flamante cafetería Vía Veneto. Un tiempo en que se combatía la calor en las sesiones continuas del Palacio Central o del Pathé mediante sestear de cinco a siete y ver la película de siete a nueve. Otros tiempos y otros cuerpos, pues si la calor es la misma no ocurre así con los cuerpos, conque bienaventurado el hitachi porque por él será la ventaja en el combate contra el calor africano que nos acosa. Y es que ese invento, sucesor de aquella refrigeración Carrier que los cines incluían como reclamo en sus anuncios, es como el salacot y el camello en una pieza con el que atravesar la dura canícula que se nos ha venido encima.
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