La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Es la educación, no el turismo de calidad
La antigua calle Mulatos del barrio de San Ildefonso, entre Caballerizas y Águilas, recibió este nombre durante un par de siglos debido al grupo de personas de dicha etnia que ahí vivían, las cuales fundaron en 1571 una hermandad que ocupa una capilla contigua a la iglesia de San Ildefonso y adquiere en el siglo XVII el Cristo de los Mulatos o Cristo del Calvario. Este magnífico crucificado, obra de Francisco de Ocampo, se traslada más tarde a la capilla de San Gregorio y pasa en 1906 a la Parroquia de la Magdalena. La calle está rotulada desde 1918 como Rodríguez Marín en honor a este erudito cervantista que residió en su número 1 y que llegaría a ser director de la Biblioteca Nacional. En 1973 se descubren en esa casa unos restos arqueológicos con arcos de herradura de ladrillo y columnas de mármol rosa, asignados a la Mezquita del Coral almohade por el IAPH de la Junta de Andalucía e intervenidos por el arquitecto Rafael Manzano. Es conveniente resaltar que Sevilla contenía tras la conquista cristiana un número apreciable de mezquitas, aunque la mayoría eran pequeños oratorios. Sólo tenemos constancia fehaciente de una decena de iglesias que se asentaron sobre templos islámicos: Catedral, El Salvador, San Juan, Santa Catalina, San Vicente, San Julián, San Ildefonso, Santa Cruz, Santa María la Blanca y San Bartolomé, donadas en principio las tres últimas a los hebreos para su conversión en sinagogas. San Isidoro, San Pedro y San Martín también son situadas sobre mezquitas por leyendas sin base documental o arqueológica. Así, la única torre-campanario de Sevilla, además de la Giralda, que conserva restos de su alminar islámico es la de la iglesia de Santa Catalina, y sólo en su basamento subterráneo. Se poseen datos de otras mezquitas relevantes como la cedida por Fernando III a los genoveses para establecer su lonja en terrenos del actual Banco de España, la entregada a los mudéjares en el barrio de la Morería o la transformada en el siglo XIV en el Colegio de San Miguel frente a la Puerta de la Natividad catedralicia.
Historias legendarias indican que la Mezquita del Coral se construyó sobre un templo mozárabe de origen visigodo. En cualquier caso, una iglesia gótico-mudéjar se levanta en el lugar en el siglo XIV y un artista anónimo pinta en uno de sus muros la celestial Virgen del Coral. El edificio medieval se vería afectado por el terremoto de 1755 y por un incendio, siendo demolido más tarde para erigir la espléndida iglesia de San Ildefonso –una de las dos únicas de estilo neoclásico en Sevilla junto a la de San Bartolomé–, que cobija a la Virgen del Coral al final de la nave del Evangelio. Existen sugerentes hipótesis proponiendo que una de sus torres presenta columnas de mármol rosado procedentes del recinto almohade. La Mezquita del Coral resurge con fuerza en nuestra imaginación, mientras sus vestigios descubiertos hace medio siglo permanecen casi olvidados y a la espera de poder ser visitados en la antigua Calle Mulatos.
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