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Tomás García

La calle de la Mosca y Casa Morales

01 de marzo 2025 - 03:10

Cristóbal de Castillejo es en la actualidad una calle muy corta que cursa entre García de Vinuesa (antigua de la Mar) y Federico Sánchez Bedoya (Bayona). Su primer nombre conocido fue el de María de Librada, según un padrón de 1651 de la Iglesia del Sagrario y quizá en referencia a una dama relevante que habitara en el lugar. Recibiría el de calle de la Mosca en el Plano de Olavide de 1771, aunque englobando un tramo de Bayona hasta Gradas (Avenida de la Constitución). Es rotulada en 1845 con el título que muestra hoy, el cual sería sustituido de modo efímero por el de Castillejos –batalla liderada por el general Prim– debido a una confusión acerca de su origen. La procedencia del término Mosca es desconocida, mientras que el definitivo se puso en homenaje a Cristóbal de Castillejo (1490-1550), escritor, monje y secretario personal de Fernando I de Austria, sucesor en 1558 de su hermano Carlos V al frente del Sacro Imperio Romano Germánico.

Una calle tan breve como ésta contiene la Bodega Casa Morales, uno de los templos sagrados de la hostelería hispalense y de los tres más antiguos de la ciudad tras Las Escobas y El Rinconcillo; siendo la segunda, después de El Rinconcillo, de las que funcionan sólo como tabernas-bares desde su apertura. Leocadio Morales Prieto era un manchego de pura raza que regentaba una bodega de vinos en Valdepeñas y decide en buena hora desplazarse a Sevilla, como lo hicieron por aquella época y más tarde gentes emprendedoras desde distintos puntos de la geografía española: salmantinos de Guijo de Ávila, onubenses de Manzanilla, zamoranos, cántabros, asturianos, gallegos... Leocadio trae consigo sus pellejos vinateros y se instala en la esquina de Cristóbal de Castillejo con García de Vinuesa para vender mollates a granel, fundando en 1850 la Bodega Morales. Sus vinos y vermús con sifón (poetas) decantaron sus alegrías a los estudiantes universitarios que allí acudíamos en la pasada centuria. Lugar de culto de toreros, artistas, cantantes y escritores, habrá pocos sevillanos que no hayan pisado este histórico enclave, sobre todo el espacio que se abre a Cristóbal de Castillejo y que guarda en sus grandes tinajas, útiles hasta 1986, el sabor añejo de los tiempos pasados.

Reyes Morales, propietaria a día de hoy, biznieta de Leocadio y alma de Casa Morales, es una farmaceútica que permutó la bata blanca y la fórmula magistral por el catavino y el delantal. Ella introdujo en el año 2000 tapas elaboradas y de algún modo salvó un establecimiento que hubiera desaparecido con el devenir incierto de las costumbres, al igual que ocurrió con otras seculares tabernas. Su abanderada pringá casera, sus espinacas con garbanzos, su bacalao con salmorejo, su pavía, su jamón ibérico, sus quesos y muchas exquisiteces más contienen la esencia del tapeo sevillano, y así debería ser por muchos años, cumpliéndose en el presente los ciento setenta y cinco de su fundación.

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