
La aldaba
Carlos Navarro Antolín
El encanto de las prohibiciones en Sevilla
La actual calle Gravina aparece ya en 1408 con el nombre de Cantarranas en un documento municipal, manteniéndose en el plano de Olavide de 1771. Esta histórica y sonora denominación puede deberse a la presencia frecuente de lagunas en su enclave tras la muralla de poniente de Sevilla, entre la Puerta de Triana y la Puerta Real y muy cerca del Guadalquivir, como lo describe Félix González de León en 1839: “Se llama así por estar en sitio o lugar pantanoso o laguna de agua en la que había muchas ranas”. Además, estas aguas estancadas se veían favorecidas por la presencia de unos caños o husillos que limpiaban la zona, pero que se desbordaban con las crecidas fluviales causadas por lluvias: “El agua del husillo de la Laguna llegaba hasta la mitad de la calle de la Mar y se juntaba con el husillo de Cantarranas, y llegaba cerca de la plaza de la Magdalena... y se juntaba con el husillo de la Puerta Real” (Acta del Ayuntamiento, 1684). El llamativo título de Cantarranas se extendía a su entorno, y de ese modo lo considera con gracejo Tirso de Molina en su famosa obra El Burlador de Sevilla: “El barrio de Cantarranas,/ ¿tiene buena población?/ Ranas las más de ellas son”. En 1868 se rotula como Gravina, en honor del militar y héroe de Trafalgar.
La vía y el barrio de Cantarranas destacan por la inusitada acumulación de personajes importantes de la vida hispalense y nacional que ahí nacieron o vivieron. En la propia calle residió Gertrudis Gómez de Avellaneda, poetisa y dramaturga hispanocubana perteneciente a la corriente romántica decimonónica; asimismo, en una de sus casas vive y muere José Gestoso y Pérez, historiador y arqueólogo que fundó el Museo Arqueológico Municipal y fue uno de los pioneros en las excavaciones de la colonia romana de Itálica. Lo más sorprendente ocurre en la calle San Pedro Mártir, conocida así desde el siglo XVI y antes de Pergamineros, que principia en la antigua calle Dormitorio de San Pablo (Bailén) y desemboca en Cantarranas, con poco más de cien metros y donde nacieron varios sevillanos ilustres: Alejandro Sawa, escritor nacido en una casa que hacía esquina con Cantarranas y que inspiró la obra Luces de Bohemia de su amigo Ramón María del Valle-Inclán; Gonzalo Bilbao, que vino al mundo en el mismo edificio que Sawa, gran pintor costumbrista y autor de Las Cigarreras; Rafael de León, magnífico poeta y uno los mejores creadores de coplas andaluzas. Mención especial merece el excelso poeta y dramaturgo Manuel Machado, hermano mayor de los cinco varones que tuvo el matrimonio formado por Antonio Machado Álvarez Demófilo y Ana Ruiz, el cual vio su amada luz de Sevilla por primera vez a mitad de San Pedro Mártir, donde hoy en día se levanta un hotelito. Podríamos imaginar que esas ranas que croaban en sus charcas y elevaban sus cánticos a los aires de Sevilla lo hicieran en honor de esa pléyade de trovadores y artistas que dejaron una huella indeleble en su barrio, en su ciudad y en todo el país.
También te puede interesar
Lo último