Tomás García

La calle de Cantarranas y su barrio

29 de marzo 2025 - 03:09

La actual calle Gravina aparece ya en 1408 con el nombre de Cantarranas en un documento municipal, manteniéndose en el plano de Olavide de 1771. Esta histórica y sonora denominación puede deberse a la presencia frecuente de lagunas en su enclave tras la muralla de poniente de Sevilla, entre la Puerta de Triana y la Puerta Real y muy cerca del Guadalquivir, como lo describe Félix González de León en 1839: “Se llama así por estar en sitio o lugar pantanoso o laguna de agua en la que había muchas ranas”. Además, estas aguas estancadas se veían favorecidas por la presencia de unos caños o husillos que limpiaban la zona, pero que se desbordaban con las crecidas fluviales causadas por lluvias: “El agua del husillo de la Laguna llegaba hasta la mitad de la calle de la Mar y se juntaba con el husillo de Cantarranas, y llegaba cerca de la plaza de la Magdalena... y se juntaba con el husillo de la Puerta Real” (Acta del Ayuntamiento, 1684). El llamativo título de Cantarranas se extendía a su entorno, y de ese modo lo considera con gracejo Tirso de Molina en su famosa obra El Burlador de Sevilla: “El barrio de Cantarranas,/ ¿tiene buena población?/ Ranas las más de ellas son”. En 1868 se rotula como Gravina, en honor del militar y héroe de Trafalgar.

La vía y el barrio de Cantarranas destacan por la inusitada acumulación de personajes importantes de la vida hispalense y nacional que ahí nacieron o vivieron. En la propia calle residió Gertrudis Gómez de Avellaneda, poetisa y dramaturga hispanocubana perteneciente a la corriente romántica decimonónica; asimismo, en una de sus casas vive y muere José Gestoso y Pérez, historiador y arqueólogo que fundó el Museo Arqueológico Municipal y fue uno de los pioneros en las excavaciones de la colonia romana de Itálica. Lo más sorprendente ocurre en la calle San Pedro Mártir, conocida así desde el siglo XVI y antes de Pergamineros, que principia en la antigua calle Dormitorio de San Pablo (Bailén) y desemboca en Cantarranas, con poco más de cien metros y donde nacieron varios sevillanos ilustres: Alejandro Sawa, escritor nacido en una casa que hacía esquina con Cantarranas y que inspiró la obra Luces de Bohemia de su amigo Ramón María del Valle-Inclán; Gonzalo Bilbao, que vino al mundo en el mismo edificio que Sawa, gran pintor costumbrista y autor de Las Cigarreras; Rafael de León, magnífico poeta y uno los mejores creadores de coplas andaluzas. Mención especial merece el excelso poeta y dramaturgo Manuel Machado, hermano mayor de los cinco varones que tuvo el matrimonio formado por Antonio Machado Álvarez Demófilo y Ana Ruiz, el cual vio su amada luz de Sevilla por primera vez a mitad de San Pedro Mártir, donde hoy en día se levanta un hotelito. Podríamos imaginar que esas ranas que croaban en sus charcas y elevaban sus cánticos a los aires de Sevilla lo hicieran en honor de esa pléyade de trovadores y artistas que dejaron una huella indeleble en su barrio, en su ciudad y en todo el país.

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