La aldaba
Carlos Navarro Antolín
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Quienes damos importancia a los rituales sabemos del simbolismo de inaugurar un calendario, de la promesa que encierran sus páginas y sus recuadros, como si el cambio de fecha que trae consigo ese objeto supusiera realmente un renacer, una reinvención. Este 2022 el año se presenta como un ramo diverso, exuberante, gracias a la sensibilidad de Raquel Feria. Raquel, compañera de este periódico, en cuya sección de Infografía demuestra su buen hacer a diario, es una ilustradora portentosa, posee un trazo reconocible y una mirada que atrapa, ese imán que tiene la gente con talento, y ha diseñado un hermoso calendario en el que cada mes se dedica a una flor. Claveles, narcisos, gladiolos, caléndulas o crisantemos personalizan estados de ánimo, situaciones; la esperanza, la pureza de corazón, el empoderamiento, el afecto, la gracia y la sororidad desfilan por las hojas de una propuesta que ha titulado Jardinario. Apoyada en los breves y sugerentes textos de María Cañal, Raquel reúne en sus dibujos a un conjunto de mujeres que conviven con esos brotes y también florecen a su modo. Mujeres que, tras un largo camino, paralelo a las estaciones, se quieren y valoran, han construido un refugio seguro, una intimidad donde los mensajes del exterior no hieren. "Y sonreí al observar mi perfección en la piel de naranja de mis muslos y los helados del verano en mi barriga", se lee en el fragmento de noviembre, el crisantemo.
Contemplo el precioso trabajo de Raquel y deseo que mi año sea también bello y fragante, como uno de los maravillosos ramos que elabora Juanma González en Orangerie, en la calle Correduría. Los meses que dejamos atrás, por distintas razones, han sido un período turbio, oscuro, y sé que ese desánimo es compartido, y quiero pensar que la tierra está ya dispuesta a la bonanza. Yo también quiero ser un jardín, me propongo, y el corazón se me acelera. Como las mujeres de ese calendario, iré en busca de la vida, también yo soy terreno abonado, me digo. Fantaseo con cómo llenar los meses del intenso color de los dibujos, de esa esperanza que transmiten. Quedaré más con los amigos, con la familia. Terminaré de escribir esa novela, que tanto estoy disfrutando; volveré a la poesía, que tenía en barbecho. Regresaré al Quijote gracias a esa edición que me ha conseguido mi librera. Cuando esté bajo de ánimos, me daré el capricho de hacerme una lasaña. Si hay dinero, me escaparé en verano a alguna isla. Jardinario empieza con la ilusión por lo nuevo y acaba en la alegría, la celebración. Trabajaré por ese recorrido. Ya vendrán los golpes, el año ya sacará su zarpa, pero, por ahora, frente a los cínicos, frente a los abatidos, me coloco en el bando de los que creen.
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