La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La Mina es una mina de felicidad en las tabernas de Sevilla
La aldaba
Sevilla es una ciudad maravillosa donde la comisaria del centenario del 29 dimite mientras el alcalde responde a preguntas sobre si sufriremos o no el cangrejeo delante de los pasos el próximo domingo. Tenemos un estafermo en la Plaza Nueva. La mayor especialista en aquella muestra iberoamericana que desarrolló el sur de la ciudad abandona el puesto tras denunciar en una carta la falta de interés del gobierno en la conmemoración de la efemérides. No se siente ni valorada ni bien tratada. La lápida de los caídos por la Sevilla de Oseluí crece en tiempo récord mientras la pérdida de perfil institucional es clamorosa. ¡Es el tiempo que nos ha tocado vivir! A este paso habrá algún ex alcalde que aparecerá como un verdadero tecnócrata. Qué cierto es que a veces se cumple eso de que alguien de tu partido vendrá que muy bueno te hará. De momento que venga la Magna y eche un manto sobre estas polémicas, que parece que esta ciudad no conoce exposiciones ni conmemoraciones sin dimisiones sonadas. La historia no se repite, la historia es la misma. Julio Cuesta asumirá las funciones de la profesora Amparo Graciani, catedrática de Historia de la Construcción de la Universidad. Nadie conoce la Sevilla del 29 como esta doctora en Historia del Arte. Graciani ha entonado el ya estoy yo en mi casa. Y entendemos que no comprenda los mecanismos de una política mediocre, de mañanas consumidas en enredos y tardes de sobremesas improductivas propias de la Gerencia de Ur(bar)nismo. Cuesta es hijo predilecto de la ciudad de Sevilla, el hombre de la casa al que se recurre en tiempos de crisis, una garantía como Manolo Cardo en el Sevilla Fútbol Club. No dudamos del tiento de Cuesta ni de su buen estilo. Pero preocupa que el gobierno de la ciudad no termine de enderezar el rumbo, que se beneficie más del lastre del sanchismo que afecta a los socialistas que de los méritos propios, que carezca de un modelo de ciudad basado en criterios definidos y que sólo acierte cuando asume como propios las medidas que siguieron ejecutivos anteriores como a la hora de establecer la ley seca o los aforos el próximo 8 de diciembre.
El alcalde le ha dicho a Álvaro Ojeda que el domingo hay una procesión con “cuatro hermandades de Sevilla y otras cuatro de fuera de Sevilla”. Todavía no sabemos cuáles son las cuatro de “fuera de Sevilla”, amén de olvidar el concepto de la provincia... de Sevilla. Oseluí me confunde cada día más. Uno nunca ha visto dimitir a tanta gente en tan poco tiempo en un Ayuntamiento. Estamos viendo cosas que no veíamos nunca. “Pero tú no te metas en líos, tú no digas ná”. Es puro sanchismo en versión hispalense. Graciani al menos ha durado un semestre. Otros se fueron en un mes. Un alcalde no puede gobernar a base de ocurrencias, no tener claro que ostenta un cargo que está por encima de su persona ni jugar a ser una víctima. Sobre todo cuando es rehén y ha decidido no ser libre teniendo toda la capacidad para haber sido un gran alcalde. Suerte a Julio Cuesta. Y que la Virgen de los Reyes, que es de Sevilla, pero muy de Sevilla, nos proteja el domingo.
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