¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Capitanía y los “contenedores culturales”
Andalucía
El general Julio Rodríguez no ha conseguido el acta de diputado por Almería que Unidos Podemos le regaló para llegar al Congreso. En Córdoba, patria pequeña de Julio Anguita, el importador desde Italia de la idea del sorpasso, su soñada coalición de izquierdas ha sacado 22.000 votos menos que la suma de Podemos e IU hace seis meses. La derrota de los Julios define lo sucedido en la comunidad autónoma, el invento de Pablo Iglesias y Alberto Garzón se ha dejado 200.000 votos en el camino, nunca nadie restó tanto con una suma. Bueno, sí, en las elecciones en las que Joaquín Almunia decidió una alianza parcial con la IU de Paco Frutos. Susana Díaz tiene razón al arrogarse haber evitado el sorpasso en España, ella y otros barones socialistas, pero su esfuerzo ha corrido en beneficio del PP de Juanma Moreno, salvado de la quema en el último momento gracias a esos dos diputados de más y a la victoria andaluza. Desde que comenzó la campaña electoral, Susana Díaz tenía un único objetivo: detener a Podemos, pero en un doble sentido. Se trataba de que los morados no adelantasen, al menos en escaños, al PSOE, pero también que Pedro Sánchez no estuviese tentado de gobernar con Pablo Iglesias. Prácticamente, fue Susana Díaz la única dirigente socialista que se empleó a fondo contra los podemitas, también lo hizo Javier Fernández en Asturias, pero su poder demográfico es mínimo y, al final, contó con el visto bueno de Felipe González, que conjuró algún posible devaneo de Sánchez. Díaz atacó a Podemos por tierra, mar y aire; por populistas, por rompedores de España y por radicales, pero a la vez que conseguía ponerle el traje, la elección se polarizaba, el temor a los morados ha sido lo que ha terminado por dar la victoria al PP andaluz. La sola sospecha de que el voto socialista podía acabar en un Gobierno conjunto con los morados ha echado para atrás a un buen número de votantes socialistas. A Susana Díaz no le acompaña la victoria, pero sí la autoridad moral para exigirle a Pedro Sánchez que pase a la oposición. ¿Y el liderazgo del partido? Primero, el Gobierno; luego, en otoño, ya se verá.
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