¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Esplendor del Palacio Real
Sevilla está sucia y eso es algo innegable, pero lo que no es de recibo es que una ciudad que tiene en el turismo su principal medio de subsistencia esté así de mugrienta. Mugre en el nuevo pavimento de calle Baños, algo que ya preveíamos los que, por razones obvias, vivíamos el minuto y resultado de las obras. Un suelo tan poroso es natural que asuma la suciedad hasta hacerla suya, pero es que así, por porosidad del suelo o dejadez crónica, no haya un rincón que esté libre del pecado de mugriento. Lipasam se niega a limpiar los grafitis a la vez que urge a los damnificados a limpiarlos por vía de urgencia. Y sucia, incluso, la calle Tetuán, sobre todo después del paso de la Policía Nacional a caballo patrullando esa céntrica vía. Urge ponerle remedio a esas defecaciones equinas que tanto tiempo se llevan aparcadas recordando que Sevilla tiene un color y un olor especial.
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