¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
El final de la ‘pax’ andaluza
La aldaba
Seguro que muchos niños de Sevilla nacidos en los años sesenta y setenta hubieran agradecido que en el negocio que abrió en 2018 en el local de la antigua juguetería Cuevas se hubiera respetado aquel friso de cerámica que adornó la fachada de un establecimiento que atendió al público durante 65 años. No costaba nada abrir el enésimo bar de copas de la ciudad con respeto a esa decoración exterior. De hecho, el actual negocio se denomina La Juguetería en recuerdo a la actividad anterior, naturalmente. No se trata de nostalgia, sino de criterio. El friso no era el del Partenón de la Acrópolis de Atenas, claro que no, pero estaba en el imaginario de esas generaciones que se pasaron muchos momentos mirando los juguetes de aquellos escaparates, esos preciosos coches en miniatura, las maquetas de trenes y barcos y otros juegos de una calidad exquisita. Con buen criterio se conservaron los toros en las carreteras ya sin las letras rojas de la bodega Osborne, porque ya eran parte de paisaje. Recordaba la velocidad con la que cambian los paisajes al comprobar el local cerrado del Imaginarium de la calle Rivero. La cadena aragonesa llegó a tener ocho comercios en Sevilla. En 2021 anunció el cierre de todas las tiendas. No queda ni rastro de aquellas características dobles puertas: la de adultos y la de los pequeños donde eran habituales las fotografías. De Imaginarium no queda nada en España, solo el recuerdo de ser el lugar donde se solucionaban los regalos de cumpleaños.
Los comercios son los primeros que contribuyen a mudar la piel de las ciudades. Un centro histórico dominado por las franquicias es un territorio despersonalizado, desubicador, vulgar, estandarizado, sin gracia ni sello propio. Imaginarium no es que fuera la panacea, pero atraía mucho público infantil que accedía al centro solo por acudir a la tiendas de Tetuán y Rivero. Digamos que aportaba un valor escaso. Hoy todos son apartamentos o negocios de hostelería enfocados al brunch, donde los turistas siguen sus propios usos lejos de conocer e integrarse por unos días en los nuestros. En Venecia funciona una guía secreta de bares y comercios para venecianos, como se explica en la novela El Grand Hotel Europa de Pfeijffer, que analiza los efectos del turismo masivo. Cada vez es más incómodo residir en un centro con menos niños, con menos negocios propios y con accesos nada fáciles. Los negocios cierran y cantan el pregón de la verdad desnuda. Cualquier día publicamos de una tacada la guía de los negocios que quedan para sevillanos adultos y menores, una suerte de resistencia.
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