¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Esplendor del Palacio Real
Uno. Imaginad por unos instantes cómo habría reaccionado esta tierra de conejos si Rajoy hubiera tenido imputados a su mujer, a su hermano, a su mano derecha en el gobierno y el partido, al Fiscal General del Estado y un testigo de la Gürtel hubiera largado lo que Aldama.
Dos. Ábalos en el discurso de la moción de censura: “La decencia debe ser algo esencial, no algo accesorio”; “la diferencia es que unos se enriquecen y otros no”; “los españoles no podemos tolerar la corrupción como algo normal”. ¡Qué disgusto se va a llevar Gonzalo Miró!
Tres. “Hoy en La Base analizamos los nombramientos que ha hecho Donald Trump para el nuevo gobierno de EEUU, así como la dirección que podrían tomar sus políticas”. Los de Podemos, a lo suyo. A salvarle el culo al gobierno, en la tele y en el Parlamento.
Cuatro. “La estrategia de defensa de este personaje es la mentira”. Siempre habla un mudo.
Cinco. No conozco a nadie que mienta para autoinculparse.
Seis. La Cadena Ser, siempre al quite: “Fuentes de Inteligencia desmienten a Aldama”. Pero el periodista David Alandete recuerda a la emisora que utilizar fuentes anónimas para emitir descalificaciones o juicios de valor es éticamente cuestionable, ya que impide la verificación de la información. Las fuentes anónimas, dice Alandete, deben emplearse únicamente cuando proporcionan información de interés público que no puede obtenerse de otra manera y cuya divulgación podría poner en riesgo su seguridad o empleo.
Siete. Después de que Aldama, ese personaje del que usted me habla, cantara la Traviata, a Pedro Sánchez lo recibieron sus diputados y diputadas con una standing ovation. Me fijé: el que más tardó en levantarse fue Odón Elorza; no es que no tenga, como el resto, un curriculum impecable de tiralevitas; es que es vasco, y con lo del cupo, está menos necesitado.
Ocho. Como dice un amigo mío, ya es casualidad que Ábalos cobrara dos kilos y medio de las mascarillas, que los escondiera en la República Dominicana y que el Falcon del número uno haya hecho en ese país cincuenta y nueve repostajes, a pesar de que España no tiene acuerdos en la materia con la isla caribeña.
Nueve. El pasajero al que Von der Leyen prestó primeros auxilios en un vuelo entre Zurich y Bruselas no era Santos Cerdán, cabrones.
Diez. Broncano, con la berrea y la ubicua y agotadora Rozalén acojonándonos con la vuelta de no sé qué general. Las hormigas sanchistas, trabajando a destajo.
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