Notas al margen
David Fernández
El problema del PSOE-A no es el candidato, es el discurso
Me pregunta en los postres por la posible competitividad entre tronos y pasos. Como aprecia mi cara de pocos amigos, me reformula la cuestión, que ahora plantea en si son más antiguos los unos o los otros. Hay asuntos en los que conviene no entrar si no hay tiempo por delante y un interlocutor serio. Así que me declaro insolvente. Por la tarde el señor del bar del café de cabecera se queja de la crispación de unos clientes que están de paso, ocupan un apartamento turístico y desean venir a las “fiestas”, pero les exigen una señal demasiado gravosa por aquello del riesgo de lluvia y la posible suspensión de última hora. Estamos todavía en invierno y así lo demuestran los termómetros y el gasto en Bisolvón, pero la gente se enzarza en una discusión sobre los carteles de toros de Madrid, el nuevo canal de televisión que retransmitirá los festejos en directo y el contenido polémico de una cuenta que hay en las redes sociales donde se ridiculizan imágenes de Semana Santa que se reparten por toda España y que son de escasa calidad artística y están ayunas de unción sagrada.
Por la noche hay un tipo que bromea con el papel de Martínez Ares como rastreator de cuadros y lápidas que quedan en honor de Queipo de Llano. El tío de los tronos sigue con su barrila, esta vez en el grupo de amigotes del WhatsApp, donde se bromea también sobre la expansión de la rica cerveza La Victoria, se pleitea sobre la feria de mayor duración y, por supuesto, se hacen apuestas por el día en que comenzará el calor para quedarse hasta octubre. El carnaval es historia. La Semana Santa interesa a una mitad para vivirla y a otra mitad para esquivarla. Tanto una modalidad como la otra son igualmente muestras de costumbrismo. Unos pierden el tiempo en logísticas de horarios e itinerarios, otros emplean el mismo tiempo en criticar lo que hacen los unos. Gira, el mundo gira.
¿Traje de flamenca o de gitana? El enlace que ofrece dónde comprar los más baratos se dispara en número de lectores. ¡A los pueblos, a los pueblos! Que si hay uno en Córdoba donde los hacen de maravilla porque la modista viene de la alta costura, que si en las capitales cobran un plus y son los mismos que se venden en los pueblos, que si este año se llevan de una manera y no de otra... Nadie habla de Ucrania, casi nadie del Tito Berni salvo para alguna chanza muy fugaz, el silencio es absoluto sobre el papel de Andalucía como locomotora económica, se advierte alguna referencia a los precios del supermercado e importa un pepino la presidencia española de la Unión Europea. El bienestar andaluz no es siempre una muestra de indolencia. Es puro escapismo. Y a veces resulta saludable. La vida al fin es eso que ocurre cuando alguien no pregunta por los tronos y pasos.
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