Monticello
Víctor J. Vázquez
El auxilio de los fantasmas
El primer reto de un caradura, trilero y timador es lograr que aceptemos su interlocución, nos sentemos a compartir tablero de juego y, por lo tanto, nos pongamos a su nivel. Si picamos ese cebo que sutilmente se nos presenta habremos perdido la primera batalla. Hoy se le llama “comprar el relato”. Fíjense cómo el presidente del Gobierno ha conseguido que debatamos sobre la “necesaria gobernabilidad”, la superación del “conflicto” con Cataluña, la conveniencia de “pasar página” y, sobre todo, procurar no judicializar los asuntos políticos. Esto último nos lo sueltan como si fuera un placer acudir a los juzgados, como si se tratara de un “fracaso del diálogo”. Manejan las palabras como expertos manipuladores que tienen la habilidad de presentar como malos ciudadanos o malos gobernantes a quienes se ven obligados a recurrir al poder judicial. Como si el juzgado fuera una casa de mala fama, un nido de malhechores, una asociación de enemigos de la democracia. El triunfo de Pedro Sánchez, que siempre hemos mantenido que será investido presidente, es habernos colado el marco mental. Lo demás son detalles. Pero el marco está interiorizado de tal forma que aparecerá como un hombre de Estado que es capaz de ofrecer soluciones, no de ceder lo que nunca se debe; de alcanzar acuerdos en vez de recurrir como otros al artículo 155 y no hocicar hasta la humillación más evidente; de asegurarnos un horizonte de paz en lugar de pagar el precio de la desvergüenza pasando por normalizar, legitimar y ensalzar a un tipo que huyó en el maletero de un coche para evitar ponerse delante de los jueces a pesar de todas las garantías del sistema judicial español.
Sánchez es un bello delfín en los mares de la mentira. España no se rompe, ¿no se dan cuenta? Hace 48 horas que los reyes y la princesa se paseaban en lujosos coches por la capital tras una pomposa ceremonia y posteriores actos palaciegos. ¿No han percibido todo como normal? La jugada es maestra desde el punto de vista que más importa: la imagen, la percepción, el relato. ¿La verdad? A quién le importa pensar cómo pagará el mes que viene el alto precio de los langostinos que se zampa hoy. Come cuanto quieras y promete el cargo de presidente.El mañana no existe. Pensar a medio plazo es un fastidio, hacerlo a largo plazo es un incordio. Y hay que ser selectivos con la perspectiva a corto plazo. Las pensiones de Navidad entrarán en las cuentas a finales de mes. Sonarán los villancicos. España funciona. La princesa ha jurado. España no se rompe. ¿Pensar? Comamos y bebamos. Es la era de los caraduras, de los hábiles, de los vendedores del paraíso. ¿El precio? No seamos aguafiestas.
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