¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
El placer de lo público
A excepción de las patronales, los jueces y los militares, casi todos los sectores profesionales apoyaron la llegada de Felipe González en 1982, pero fueron los médicos los primeros en desencantarse, aquellos gobiernos socialistas nunca los tuvieron a su lado y pronto surgieron notables diferencias, incluso, con las nuevas generaciones de doctores, muchos de los cuales habían bebido del modelo cubano de sanidad pública como inspiración.
Sin llegar a este extremo de oposición, el Sindicato Médico de Andalucía es una de las primeras organizaciones que comienza a desvincularse de la conexión con el Gobierno de Juanma Moreno. Este grupo fue, especialmente, duro con los consejeros socialistas y, de hecho, algunos de sus dirigentes, como Jesús Aguirre, formaron parte de la primera Consejería de Salud del PP. Con la consejera Catalina García aquella separación incipiente se ha convertido en una brecha.
El departamento de Salud publicó hace una semana que el salario medio de los médicos de Atención Primaria de Andalucía era de 97.888 euros anuales, no el máximo al que llegan algunos profesionales a punto de jubilarse, sino la cantidad media, lo que a ojos de todos es algo más que una imprecisión, es un dato falso con el que se intenta contrarrestar las críticas que se habían vertido sobre las condiciones laborales de los profesionales de esta especialidad. Días después, Salud rectificó y rebajó la cifra a 78.000 euros, pero lo cierto es que un médico con tres trienios, turnos, desplazamientos y guardias llega, en el mejor de los casos, a los 65.000 euros, lo que no está mal, pero ése no es el debate que aquí interesa, sino la torpeza de la consejera por abrir un nuevo frente a la ya cuestionada gestión sanitaria de la Junta.
Estos problemas no son únicos de Andalucía, incluso hay que señalar que las retribuciones salariales han aumentado con el PP, pero Catalina García tiene un problema particular de gestión política de su departamento. Y si ella lo tiene, arrastra a todo el Gobierno. Si algo han mostrado las elecciones vascas y catalanas por encima de la singularidades de estos territorios, es que la gestión pasa factura en las urnas, y de qué modo.
Como si no fuera suficiente el problema de las listas de espera, preocupación que es patente en San Telmo, Salud se echa encima a los pocos aliados que tenía en un sector de por sí muy complejo. Ensombrece así el empuje que las nuevas gerente del SAS y viceconsejera le han dado a este departamento después de la espantá de Miguel Ángel Guzmán y Diego Vargas. Junio se acerca, y podría haber grandes cambios en Salud.
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