Del barranco del Poyo a Tablada

06 de noviembre 2024 - 03:07

Tenemos políticos lúcidos y muy esclarecidos. Siento llevar la contraria al pueblo airado. El preclaro alcalde de Sevilla comprende ahora que la dehesa de Tablada, situada a la vera del río verdadero (del Alamillo a la esclusa todo resulta ser un simulacro de postal), es zona inundable. De modo que recula respecto a su imprecisa idea de colmatar la nava con ladrillo residencial, internados para el ocio y esos usos tan sospechosos conocidos como “equipamientos”. La terrible albufera terrosa de Valencia le ha hecho ver que Tablada, donde el mozuelo Belmonte toreaba los cornúpetas de la noche, podría anegarse en caso de Dana súbita. Sería como volver a la caridad de la Operación Clavel (1961). No sabe uno si el regidor ha consultado a la bella Virgen de las Aguas de El Museo o si le han asistido las nereidas y oceánidas de agua dulce. Quiere decirse, en fin, que de no haber sucedido la tragedia valenciana el proyecto ladrillero sobre Tablada seguiría siendo una opción para la Sevilla del incierto mañana.

En medio del corifeo de sabios, la inefable Paz Padilla da ahora su opinión sobre la tragedia y dice que no nos merecemos los políticos que nos lideran. Estupendo, porque es justo al revés. Tenemos los políticos que escrupulosamente nos merecemos y que votamos en las llamadas fiestas de la democracia. Quizá la Padilla debiera haber dicho que no nos merecemos los semejantes con los que compartimos la existencia y que votan a los políticos que al cabo nos lideran de Mondoñedo a Tarifa.

Sé que llega uno a rebufo de la otra riada por lo mil veces ya dicho y escrito. Quedará para los anales la inepcia de Mazón y la ruindad de Pedro Sánchez (ese “Si necesitan más recursos, que los pidan”). Santiago Abascal, el Cid Campeador de Pichardo, lanzó su “Mensaje a la Nación” poco antes del barricidio contra los Reyes inermes. Nos llegó por WhatsApp la alocución de quien no es improbable que crea en la intimidad que la tierra es plana y no redonda. Hay que joderse.

Más que Estado fallido España es un país insoportable. Una canción de Viva Suecia se titula No hemos aprendido nada. Valía lo mismo para las desaprendidas lecciones de la pandemia (volver al campo, consumir menos, estoicismo de autoayuda) y valdrá igual dentro de un tiempo cuando la desgracia se destiña del color del légamo y la ruina y nadie se acuerde ya siquiera de “la fatiga de la compasión” que sucedió a los muertos y los deudos (lean a Mikel Arteta en FronteraD). El urbanismo cicatero y el dinero que no sabe leer –hoy como ayer Romero Murube– continuará por las Tabladas y los barrancos del Poyo del futuro.

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