Por qué avanza la ultraderecha

07 de julio 2024 - 09:14

La izquierda francesa se ha echado a la calle en protesta por los excelentes resultados de la ultraderecha lepenista en la primera vuelta de las elecciones. Alerta antifascista lo llaman. Es absurdo y patético manifestarse al día siguiente de unas elecciones, indignados por lo que se ha votado. Como riñendo a los ciudadanos por cada soberana decisión individual a las pocas horas de ejercer su derecho.

También es lo más cómodo desde el punto de vista intelectual y político. El auge de la ultraderecha en numerosos países europeos, especialmente en Francia y Alemania, supone un peligro enorme para la democracia por sus propios elementos tóxicos constitutivos: xenofobia, racismo, euroescepticismo, deslegitimación del sistema liberal..., al que los partidos centrales de la UE no están sabiendo combatir.

Populares, socialistas y liberales parten de diagnósticos erróneos: la culpa es de la desinformación que engaña a los electores, de la connivencia de los conservadores con los ultras, del populismo radical de cierta izquierda. Todo vale con tal de no formularse la pregunta fundamental, a saber, ¿qué estamos haciendo mal para que millones de conciudadanos se dejen seducir por proyectos políticos disparatados que ofrecen soluciones simples, e inviables, a problemas complejos de nuestro mundo globalizado, inseguro e incierto?

Básicamente, lo que hacen los partidos democráticos es desentenderse de la amplia parte de la sociedad abandonada por las sucesivas crisis del siglo XXI, desde los habitantes del mundo rural a las víctimas de las reconversiones industriales, de los agricultores empobrecidos a los jóvenes sin acceso al trabajo ni a la vivienda. Las clases dominantes y las reinantes (la casta dedicada profesionalmente a la política) no suelen sufrir los problemas de seguridad de las periferias urbanas, ni la insuficiencia de la atención sanitaria ni el deterioro de la educación. Ya disfrutan de seguridad propia, sanidad privada y colegios concertados y selectos.

Creo que a la derecha no le preocupa demasiado el crecimiento ultra (más que por la competencia en la pesca de votos). La preocupación en la izquierda no va más allá de la pancarta, la alerta callejera y el discurso moralizante. Ninguno se preocupa de indagar seriamente por qué la ultraderecha avanza entre los trabajadores y el pueblo y prende más en la juventud que entre los viejos nostálgicos. La autocrítica está ausente.

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