El autobús

Tal vez sólo haya que detenerse a escuchar a los jóvenes para creer en ellos y creer en el futuro

03 de junio 2023 - 01:45

Aveces, no sé si a ustedes les pasa lo mismo, mi memoria rescata un hecho anecdótico, un dato inesperado que no sé por qué un día mi cerebro guardó en el disco duro, y me sorprendo de haber retenido esa información durante un tiempo. Me sucedió el otro día cuando recordé una idea con la que terminó Zendaya su discurso de aceptación del Emmy hace unos años, creo que en 2020, en el arranque de la pandemia, porque ella intervenía en la gala por videollamada. “Hay esperanza en los jóvenes”, dijo la actriz, y yo me acordé de esa frase en un autobús de camino a Sanlúcar de Barrameda, porque sentí eso exactamente esa mañana, que debía tener confianza en el futuro, que esta visión catastrofista que nos inspira el entorno últimamente quizás no se corresponda con la realidad, que no todo está perdido.

Iba un grupo de chavales, chicos y chicas, al final del autobús, cerca del asiento donde yo viajaba, y por la proximidad yo pude oír sus conversaciones. Me gustó escucharlos, pero no por el disfrute que a veces puede provocar la indiscreción, sino porque tranquilizaba reparar en sus perspectivas de la vida. Eran adolescentes al borde de la mayoría de edad, y hablaban de los exámenes, de sus compañeros, de las carreras que querían estudiar, de sus relaciones sentimentales, y me gustaba la complicidad con la que se trataban entre ellos, las reflexiones sobre cuestiones de género o las reivindicaciones feministas que hacían casi sin darse cuenta de que defendían con ello un mundo más igualitario y más justo, unas conversaciones que no se habrían desarrollado con la misma naturalidad hace unas décadas, al final del siglo pasado, cuando otros terminábamos el Bachillerato y seguíamos aún ciertas inercias heredadas –esos clichés de lo masculino y lo femenino, la barrera impostada que levantaba aquello– de las que por fortuna nos iríamos distanciando, en algo parecido a un aprendizaje, más tarde. Aquellos muchachos reafirmaban aquello que demostraba Jonás Trueba en su emocionante proyecto de Quién lo impide, ese ejercicio de humildad, de interés por los que vienen detrás, que tan poco se permiten los adultos: que tal vez sólo hay que detenerse a observar a esos jóvenes para creer en ellos y seguir creyendo en el mundo.

En ese trayecto recordé también una entrevista que le hice a Isaac Rosa con motivo de su novela Lugar seguro, en la que el escritor confesaba que se obligaba a tener esperanza en el futuro aunque la realidad no invitara a ello, porque la resignación y el pesimismo no eran materiales con los que se pudiese construir nada. A mí, la otra mañana, aquellos chavales me hicieron confiar en el futuro. Tenía razón Zendaya, sí: hay esperanza en los jóvenes.

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