Editorial
Rey, hombre de Estado y sentido común
Opinión
ENTRE los intelectuales, a la arquitectura regionalista se la ha desairado tanto como a la copla. Sin embargo, para los andaluces, las dos hacen parte de su vida cotidiana. Escuchan a la una y admiran a la otra. Lo demuestra cada semana la TV y los numerosos edificios de todo tipo que, apoyados en los referentes formales que nos legó la Expo del 29, se construyen actualmente en toda Sevilla. Aunque con desconocimiento: copiando, falsificando, clonizando, mintiendo. Como en la vida misma cuando se acude a los avances tecnológicos para matizar la verdad. Así el arte. Muchas narices que vemos son obra de un cirujano, no de la naturaleza. De aquí emergen los referentes estéticos actuales del consumo.
La arquitectura hecha hoy para el turista con referentes formales antiguos, en Andalucía tiene éxito. No lo digo yo. Se constata. Baste recordar el hotel que escogió la señora Obama en Marbella (los híper-in, los tiene en su país). Como producto final, no es tan feo como el que se soporta en los barrios modernos de cualquier ciudad. En la ETSA no se enseña a proyectar en clave culta ni estética sino funcional, práctica. Como si de una máquina se tratara. A la moda que impone el mercado. A los estudiantes no les inquieta que así sea y tampoco les preocupa a algunos profesionales aunque, en la práctica sus clientes demanden lo que ellos desdeñan. Por eso, más allá de disquisiciones intelectuales es oportuno "poner en valor" esta opción estética colectiva, muy distante del minimalismo y de otras opciones profesionales "duras" carentes del genius locus que se imponen sin control, hasta en la calle Sierpes.
En los años setenta Villar Movellán, a partir de su tesis doctoral, analizó la forma cómo se había resuelto en Sevilla, la dialéctica entre lo antiguo y lo nuevo. En esa misma década, la intervención en los centros históricos bajo principios del movimiento moderno de la arquitectura, fue condenada. Desde entonces se reconoció el valor de los tejidos, del contexto, del entorno (urbano, formal, social, histórico). Se recuperó la importancia de la Historia y de la Teoría en la Arquitectura. El posmodernismo lo aceptó pero lo interpretó y lo trivializó. Actualmente algunos "arquitectos/marca" proyectan apoyados en la certeza de la especulación inmobiliaria y en la incertidumbre del futuro/mercado. Koolhaas es uno de ellos. Otros como Botta, en el lado opuesto, siguen proclamando: hacer arquitectura (individuo) siempre es hacer una parte de ciudad (sociedad).
Nunca ha existido una respuesta única a la dialéctica entre lo antiguo y lo contemporáneo. Tampoco ha estado vigente, como hoy, el "todo vale" ni ha sido tan espumosa la civilidad entre los arquitectos y los políticos. No. Siempre ha estado presente la responsable construcción del recuerdo, como parte de nuestro presente. En plural. Aunque no siempre se haya acertado. Hasta que el individualismo neoliberal ha impuesto transitar un camino urgente, distinto: todo por el crecimiento (pasta). La capacidad de consumo es la medida del éxito.
La identidad de la ciudad de Sevilla no está como en Dubai en el acero, el cristal o el hormigón de alta resistencia. La Torre Cajasol atentará contra el imaginario colectivo, anónimo pero presente en todos quienes conocen Sevilla. Decantado cada día al transitar por sus calles en medio del incienso, del balcón, de la flor y del naranjo; de la luz tamizada, de la claridad y de la sombra, del eco de los pasos e incluso del bullicio. Porque en Sevilla se vive en la plaza, el parque y la calle. Lugares donde se encuentra compañía, se festeja, se conmemora y se celebra durante todo el año. Es difícil seguir haciendo copla. Carlos Cano lo consiguió y Pasión Vega la ha recreado. Aun así. También lo es continuar con el lenguaje arquitectónico de Aníbal González pero, eso no significa que no se deba estudiar, conocer, proteger y difundir su obra junto a la de -entre otros- Gómez Millán, Talavera, Traver, que tuvieron la sensibilidad de no romper la sintaxis de la estética del antiguo tejido de la ciudad que, hoy por hoy caracteriza a Sevilla e interesa a los turistas. La fachada urbana de la Avenida de la Constitución (1907-1912) es mucho más agradable que la de la calle Imagen iniciada en la dictadura (1953-1983). La primera aporta, la segunda no. De igual manera el legado urbano y arquitectónico de la Expo del 29 frente a la del 92.
Se ve que no es fácil aportar a la ciudad construida, ni a partir de la moda ni del un formalismo predeterminado. Ese es el desafío. En todo caso, los turistas no vendrán a ver la Plaza de las Setas (antigua Encarnación). Si van en busca de contemporaneidad, se irán al Guggenheim de Bilbao o al MAXXI de Roma. A Sevilla seguirán viniendo a disfrutar de la Plaza de España (el monumento más visitado) y, cuando esté terminado, del Caixa Fórum en las Atarazanas.
En Andalucía hasta las expresiones más refinadas de los señoritos y nobles están contaminadas de lo popular. Aquí lo popular supone una refinada cultura. Se nota en la gastronomía, en las ferias y en todas las expresiones del flamenco: vestido, baile, cante, forma de celebrar. Debe notarse también en los espacios arquitectónicos y urbanos.
En este contexto se explica la necesidad de disponer de un Plano de la Arquitectura Regionalista de Sevilla (Diario de Sevilla 01-11-2010).
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