¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Maneras de vivir la Navidad
Antonio Maíllo acabó sus clases de Latín en el Instituto Martínez Montañés el martes pasado, último día lectivo del curso en el que el nuevo líder de Izquierda Unida ha dado lenguas y cultura clásicas en Bachillerato y la ESO, pero lo que le espera ahora en la jungla de la política es mucho más complicado que seducir a las mentes nativas digitales con la poesía y el pensamiento de esas antiguas civilizaciones que alumbraron el mundo occidental. Maíllo va en la dirección contraria a la corriente centrípeta que está sacudiendo a la derecha, donde nacen todos los días nuevos partidos animados por el éxito fulgurante de Alvise Pérez en las elecciones europeas. Lo suyo es juntar, volver a meter la pasta en el tubo del dentrífico, para lo que este lucense recríado en Sanlúcar y renacido en Sevilla va a tener que emplear toda la persuación, retórica y dialéctica de sus queridos clásicos.
Maíllo es diferente al resto de actuales líderes de la izquierda a la izquierda del PSOE porque no hiperventila. El proceso independentista de Cataluña nos dejó notables definiciones, y una de las más acertadas es ésta de los hiperventilados, tal como dejó escrito Josep María Jové en la libreta Moleskine donde iba escribiendo un diario de aquellos años. “¿Qué propone Podemos?”, se preguntaba Jové en su cuaderno. “El verdadero proyecto revolucionario –se respondía– es el nuestro. Nosotros queremos crear un nuevo Estado en el seno de Europa. Eso sí que es romper con el poder establecido. Necesitamos la épica. Necesitamos poner dentro del imaginario colectivo que el proyecto de ERC es el único cambio revolucionario real”.
Eso es ser un hiperventilado, eso es de lo que quiere huir Antonio Maíllo, de dirigentes y militantes que estallan de rabia cuando no se les concede un sueño utópico que sólo existe en sus sesudos libros. “Tenemos que huir del lenguaje tóxico e hiperventilado”, sostuvo el profesor la noche del jueves en el canal 24 Horas, en el que dejó constancia de su amistad con Pablo Iglesias y Yolanda Díaz, pero no con Teresa Rodríguez, de la que afirmó que estaba retirada de la política. “Las ganas tuyas”, le respondió la roteña desde las redes.
Maíllo fue muy genoroso con Teresa Rodríguez, la dejó ocupar el primer puesto de la lista en las elecciones autonómicas en las que fueron juntos, pero Iglesias e Izquierda Unida le pusieron la proa cuando entendieron que la gaditana no encajaba ni en sus generosos límites. Fue una maniobra artera, inconstitucional, y que ejemplifica la crueldad con la que se han tratado entre sí todos a quienes Maíllo intenta ahora pacificar.
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