La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Los calentitos son economía productiva en Sevilla
La aldaba
Moreno no es a Feijóo lo que Page a Sánchez. Ni mucho menos. Pero el presidente hace bien en jugar la carta andaluza. Él prefiere llamarla vía. Cada cual que la llame como quiera, que para algo exclamaron en el Cádiz de 1812 aquello de “¡Viva la libertad!”. No es Moreno un verso suelto cuando se desmarca de su presidente nacional en el discurso sobre cómo combatir la inmigración ilegal y rechaza la vieja y fácil vinculación entre cierto perfil de extranjeros y la delincuencia. Andalucía tiene casi mil kilómetros de costa, somos la frontera de Europa con África, tenemos un dilatado historial de acogimiento de culturas y... un presidente con mayoría absoluta que gobierna una región con 8,5 millones de habitantes. Como para no tener voz propia, discurso adaptado a la realidad y siempre, siempre, con ese tono moderado por mucho que alce la voz en el fragor del debate parlamentario. La carta andaluza se diferencia de Génova y de Ayuso, pero nunca al estilo claro y descarado del presidente socialista de Castilla la Mancha, ariete socialista contra Sánchez. Los barones del PP son más sosegados. Hasta Feijóo se ha acabado entendiendo con el catalán Alejandro Fernández, que no hace tanto fue muy crítico con el gallego. Cuando lo iba a descabalgar de la presidencia del PP catalán llegó el adelanto de las elecciones autonómicas. Fernández se quedó y cumplió muy bien el expediente. Moreno se abre a acoger migrantes, denuncia el radicalismo temerario de otras formaciones y se consolida en el centro.
Aprovecha bien la astracanada de Abascal de abandonar los gobiernos autonómicos en los que Vox estaba integrado. El presidente andaluz no necesita a Vox desde hace dos años, pero juega en clave nacional. Sin ruido, con cierta sutileza y combinando fotos amables en las redes (con carga emocional incluso) con discursos parlamentarios debidamente aplaudidos por Antonio Sanz, que es al morenismo lo que el recordado Albendea era al arenismo:el que arranca la ovación al líder. El discurso de Moreno es intachable en la materia, difícilmente rebatible: “Andalucía necesita de la inmigración porque las personas que vienen de fuera son también parte de la fuerza productiva para el campo y la construcción”. La oposición se enreda porque el asunto no admite muchos matices en los marcos mentales que hoy operan. Estar a favor de la inmigración legal y al mismo tiempo vincular la violencia con los migrantes es un equilibrio con muchos riesgos. La de Moreno es una moderación productiva, según apuntala elCIS andaluz Andalucía no es Saint-Denis. Los hoteles están llenos. Hay colas en muchos bares. Y el jueves será primero de agosto.
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