La Amargura y la cruz de Malta

Viva Franco (Battiato)

19 de junio 2024 - 08:52

Coge tu cruz y sígueme”. Es lo que, en cierto modo, puede hacer ahora el paseante ocioso y carente de prisa. Esto es, un paseo desde la capilla de la Vera Cruz (donde el antedicho lema grabado en sus cruces de penitencia), hasta el inicio de calle Feria, donde la morada del llamado silencio blanco y su cruz de Malta. En la iglesia de San Juan Bautista (vulgo San Juan de la Palma), se celebran los 300 años de la llegada, en 1724, de la hermandad de la Amargura al templo acogida por el marqués de Esquivel.

El nexo de San Juan Bautista con la hermandad se exhibe en la Fundación Cajasol con una muestra de arte sanjuanista. A la par, en San Juan de la Palma (hasta el 24 de junio), se expone el ajuar artístico de la Amargura vinculado a la cruz de Malta. Es la cruz relativa a la Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén de Rodas y de Malta y cuya lectura nos eleva, fuera de móviles y mundanos incordios, a los arcanos de la piedad y la virtud, mientras viajamos, fantasiosamente, a las nieblas del imperio de Bizancio y a los cronicones de la Primera Cruzada (1096).

En la iglesia se han colocado gallardetes y grímpolas. Recuerdan las ocho bienaventuranzas que, a su vez, señalan las ocho puntas exteriores de la cruz de Malta (satisfacción espiritual, vivir con sencillez y sin malicia, humildad, lloro por las faltas y pecados, amor por la justicia, misericordia, pureza de corazón y pensamiento, sobrellevar aflicciones y persecuciones). Las cuatro puntas interiores refieren las virtudes cardinales que todo caballero hospitalario debía poseer: Justicia, Prudencia, Fortaleza y Templanza. Asimismo, estas cuatro puntas unidas en el centro -símbolo de Dios- convierten el cristífero icono en cruz de meditación para llegar hasta Él. Las ocho puntas más el punto central suman el nueve simbólico (tres veces la Santísima Trinidad). El interés cofrade de la muestra (techo de palio, toca de sobremanto de la Virgen, astas y banderines, saya dorada, etcétera) se disuelve gratamente con la lectura simbólica que uno descifra en las cruces de Malta que aparecen en los diversos enseres. En el escudo de la Amargura la cruz es blanca sobre círculo rojo, el color vinculado al valor y el martirio.

Muchos domingos, mientras la ciudad dormía sedente o aún resacosa, me he topado en mis caminatas más tempraneras con jóvenes voluntarios ataviados con sus rojos chalequillos con la cruz de la Orden de Malta, dispuestos a ofrecer desayunos a los desheredados de la calle. A menudo he podido comprobar que poseían una quinta virtud cardinal y añadida: la alegría de corazón con la que acometían su ronda.

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