Notas al margen
David Fernández
El problema del PSOE-A no es el candidato, es el discurso
El 93% de los alumnos sevillanos han aprobado la Selectividad. Siempre llama la atención el altísimo porcentaje de estudiantes que superan la prueba, pero pocas veces se lee algo sobre el perfil de los escasos aspirantes que se quedan en el camino. Entre ellos hay un caso especialmente doloroso este año. Se trata de Rocío, matriculada en un instituto del corazón del Polígono Sur, esa Sevilla orillada por la que a veces cuesta hasta trabajo que pasen los servicios municipales. Ella ha sido la única alumna del centro en ser presentada a la Selectividad. En una entrevista concedida a Charo Padilla, en Canal Sur Radio, Rocío explicó su ilusión por conseguir una beca para estudiar en la Universidad Loyola de Andalucía, su esfuerzo para sacar adelante la Secundaria y el Bachillerato, el apoyo fundamental de sus padres y del equipo de profesores. Se emocionó al citar a su profesora de Latín. En el curso eran solamente quince alumnos, de los que sólo diez o doce acudían regularmente a clase. La realidad del Polígono Sur es la de jóvenes que se desorientan en la adolescencia, buscan un dinero fácil y rápido para comprarse la moto y poder entregarse a una vida de ocio donde los estudios son abandonados sin el contrapeso de una familia estructurada que ayude a recuperar el carril. Promover a una alumna para Selectividad ha sido un logro para este instituto y un orgullo para sus profesores. Rocío reconoció emocionada que ella misma había sufrido dificultades propias de la edad, pero pudo enderezar el camino, tener claro que sólo estudiando podría progresar en la vida y que "el mundo es mucho más que el barrio". El barrio, así denominado por ella reiteradamente, se come a los jóvenes como un Saturno que devora a sus hijos. Pasaron los días, llegó la Selectividad y pregunté por Rocío. Lamentablemente no aprobó. Su esfuerzo no se vio recompensando, pese al orgullo de sus padres, profesores y de los miles de oyentes de aquella entrevista. No sabemos si insistirá, pero debería. No sabemos si le quedan ganas, pero toda la comunidad educativa debería animarla a presentarse en septiembre. Como anima la Soledad de San Lorenzo a otros estudiantes de la zona en el modélico proyecto Azarías. Ella es el estandarte de los alumnos de cursos anteriores, es un símbolo ahora mismo para un instituto que necesita saber que toda la fuerza que emplean sus abnegados profesores tiene su resultado. No, no basta con el Bachillerato, que ya es un logro para quien vive en un entorno adverso. La ciudad es la que necesita que Rocío cumpla su sueño de ir a la Universidad. Sus profesores merecen ese nuevo esfuerzo que le valdrá para toda la vida a ella y a nosotros.
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