¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Maneras de vivir la Navidad
Según el manual de astronomía urgente para legos e ignorantes, la alineación planetaria se da cuando varios planetas aparecen juntos en un pequeño sector del cielo visto desde la Tierra. He leído que la próxima alineación de hasta seis planetas (Marte, Júpiter, Urano, Neptuno, Venus y Saturno) está prevista para el frío atardecer del 21 de enero de 2025. De aquí a entonces sólo nos cabe una certeza. El mundo seguirá girando en espiral hacia lo incierto y nosotros, en cambio, tendremos la certidumbre de haber envejecido otro poco más de invierno en invierno.
Más cerca, pero en la órbita sentimental, nos queda esta otra alineación de Los Planetas, el grupo granadino que, sin caer en la vana mitomanía, ha sido y es algo más, mucho más, que una banda de rock (evítese la nadería vacua del término indie). El fenómeno de Los Planetas alineados en el tiempo podrá contemplarse –y escucharse– hoy en Sevilla, en la Cartuja, dentro del CAAC Pop. La banda anda de gira para celebrar los 30 años, tras el primer Medusa, del disco Super 8, lanzado en 1994, en plena fiebre noventera, con aquella portada pop y psicodélica, diseñada por Javier Aramburu, donde no faltaba un guiño gráfico a los clicks de Famobil. Vienen los padres fundadores de Los Planetas, Jota y Florent Muñoz, si bien echaremos de menos al batería Eric Jiménez.
A decir verdad, al escuchar Super 8, uno se contempla alineado también por entre la órbita del tiempo y la titilación de un firmamento que tiende a la materia oscura. Resulta inevitable lo que ahora convendría evitarse. Nostalgia. Dejos de añoranza. Batallitas en la resta del tiempo. Después de Super 8 vendría el acontecimiento de Una semana en el motor de un autobús, el disco supremo de 1998 que señalaría el antes y el después en la escena rock española y cuya gestación, pero ajena al biopic, inspira Segundo premio, la película de Isaki Lacuesta que tanto nos ha gustado (más aún desde que Carlos Boyero, empecinado en su apellido, la creyó inane a diferencia de Manuel J. Lombardo, crítico de este diario y también planetista pero no servil en el encomio).
Con Jesús o Qué puedo hacer muchos volveremos a cantar las canciones que hoy nos convocan en la citada alineación del tiempo (1994-2024). Vuelve el ruidismo guitarrero de antaño y aquel bajo evocativo y de espaldas al público con el que solía actuar May Rodríguez en las primerizas puestas en escena. Dice la promo de la gira que el 8 de Super 8 remite al número simbólico del equilibrio, que une lo inferior y lo superior y armoniza los contrarios. Sea la armonía entre el ruido basura.
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