¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Esplendor del Palacio Real
Siempre he sido muy crítico con la Bienal y se me llegó a llamar “enemigo” del festival. Lo que denunciaba siempre es que la cita estaba perdiendo el norte –o el sur–, dejando de ser un festival flamenco para financiar a presuntos innovadores que en muchos casos sus montajes no salían de la Bienal. Recuerdo que un espectáculo costó treinta millones de pesetas y que no se volvió a subir a un escenario, siendo estreno y despedida. Insistí en que los aficionados se estaban alejando del festival y vi muchas veces cómo algunos extranjeros se salían del teatro diciendo que los habían estafado con bodrios de Rocío Molina o Israel Galván.
No puedo decir si ha sido una buena Bienal o no, en lo artístico, porque no he estado, pero parece que los datos son buenos y que, en general, la cita apenas ha recibido críticas de los medios. Muchos aficionados amigos están contentos con lo que han visto y los artistas también se han manifestado positivamente en las redes sociales. Por tanto, se puede hablar de éxito y queda claro que algunos llevábamos razón cuando dábamos la voz de alarma. Se diseñó un programa para ganarse a los aficionados y a los artistas, un cartel mucho más flamenco que los de anteriores ediciones. Ha trabajado hasta el gato, casi todos los artistas, y esto ha llevado público. La mayoría de bajo caché, con lo que es probable que los datos económicos sean buenos.
No entiendo que se haya publicado ya un balance con redoble de tambores, de fiesta, sin que aún esté cerrado el expediente del festival. Han hablado de “Bienal histórica”, la mejor hasta ahora, dicen, con la curiosidad de que un diario de la ciudad dio esos datos unos días antes de que el Ayuntamiento mandara el balance a los medios. Había prisa en decir que, según la organización, ha sido la mejor Bienal de todas. Pero habrá que esperar a que lleguen los datos reales antes de que saquen al alcalde en procesión.
Lo que creo que ha quedado claro es que los aficionados no quieren esos espectáculos de flamenco malo que encima son ruinosos. La crítica tampoco. En cuanto a que haya sido la mejor Bienal de todas, como ha asegurado un exaltado forofo interesado, está por verse. Puede que en lo económico, porque una soleá cuesta menos que una bacalá, pero en lo artístico es imposible por la sencilla razón de que hoy no hay las figuras de hace treinta años. Es imposible superar tres o cuatro ediciones de Ortiz Nuevo. Puede, eso sí, que haya sido mejor que las dos o tres ediciones anteriores, que fueron penosas.
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