La aldaba
Carlos Navarro Antolín
El alcalde de Sevilla no tiene una varita mágica
La aldaba
A los niños y a los vecinos conviene decirles la verdad. Con todo el tacto que sea recomendable, pero sin maquillajes ni edulcorados. Una promesa incumplida provoca una frustración difícil de paliar. Hace año y medio que el alcalde practica una inexplicable política de meti-saca. Se pierde en unos jardines que pocos entendemos. Promete o anuncia una cosa y a los pocos días la suspende o retira. Y da igual. Es una suerte de sanchismo al modo hispalense. Todos podemos asumir que un político incumpla una medida anunciada por falta de presupuesto, por causas sobrevenidas o por desacuerdo con otra administración, pero es que asistimos a una normalización de la carencia de rigor que, insistimos, no tiene una explicación racional. Ayer fueron los vecinos de la Ronda Norte que se sienten estafados por las "mentiras" sobre el proyecto de soterramiento que no se va a ejecutar. ¿Para qué y por qué se les prometió en la campaña? Después del no se les dice que se pospone. Política agradaora se llama. Con anterioridad fueron los hosteleros indignados con la aplicación digital que de pronto se anuncia para captar denuncias sobre veladores ilegales. Que si se activa, que si de ninguna manera se pondrá en marcha y que al final se pospone. A los promotores de Tablada un día se les dice que se podrá construir, otro que no porque la tragedia de Valencia nos ha metido el miedo en el cuerpo y al siguiente que ya veremos. Con la duración de la Feria mareamos la perdiz continuamente, con la ley seca de la madrugada tres cuartos de lo mismo, los aforamientos en Semana Santa se iban a eliminar y hubo que mantenerlos, la Plaza de España sería de visita cobrada, después no y a los varios meses recuperamos el debate pero para la parte que es de titularidad municipal. ¿Y qué me dicen del Festival de Cine o de la tasa cofrade?
"El alcalde vino con mucha fuerza y mucha motivación para solucionar este problema, que lleva décadas enquistado. Él iba a sacar una varita mágica para arreglarlo. No ha podido hacerlo, lo menos que puede hacer es pedir disculpas públicas”, dicen en la asociación de vecinos Los Carteros. Recuerdo en los años noventa, cuando la alcaldesa Soledad Becerril y la edil de Medio Ambiente, Parques y Jardines, Carmen Diz, visitaban las barriadas. Los vecinos pedían árboles, fuentes y espacios públicos más limpios. Demandaban sobre la marcha una solución con fecha. Se tomaba nota de todo. La respuesta era muy reveladora: "Ahora no podemos decirles nada porque no sería serio. Estudiamos el asunto y les llamamos en menos de un mes". Los vaivenes y los bandazos convienen ser evitados. No hace falta prometer, ni agradar, ni regalar los oídos. El teleférico fue una ocurrencia productiva para unas elecciones en Tomares. Pero esto es Sevilla. No es necesario anunciar el paraíso. Todos sabemos que no hay varitas mágicas, pero sí debe haber seriedad.
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