¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Esplendor del Palacio Real
Es como el catecismo de los agravios que sufre Sevilla. La lista de las 14 obras que presentó la consejera de Fomento, Rocío Díaz, al ministro de Transportes, Óscar Puente, se presta al cachondeo, aunque no sea para tomársela a broma. Son obras públicas de las que se viene hablando desde el siglo pasado en algunos casos. En otros, se ha invertido dinero público que no ha servido para nada, ya que las obras fueron paradas o abandonadas. La Junta de Andalucía, en la etapa anterior, invirtió 277 millones en la conexión de Marchena a Antequera para el AVE entre Sevilla y Málaga. Ese proyecto fue abandonado sin conclusión. Si eso no es malversación de dinero público, se parece bastante.
Y también hay proyectos que son como de la historia interminable. Pongamos, entre ellos, las obras de la SE-40. Es primordial para Sevilla. Y están frenadas no sólo por el enlace de Coria a través del río Guadalquivir, que primero se haría con túnel y ahora con puente, sino que el tramo entre Espartinas-Valencina-Salteras tampoco está operativo y la conexión de Salteras-La Algaba-La Rinconada no se ha actualizado. Sólo funciona bien en el tramo entre Dos Hermanas y Alcalá de Guadaíra, que ha descargado en ese trayecto a la SE-30 y facilita los desplazamientos entre la A-92 y la A-4 sin pasar por Sevilla.
Lo mismo se puede decir de la conexión por tren entre la estación de Santa Justa y el aeropuerto de Sevilla-San Pablo. En Málaga y en Jerez, sin ir más lejos, los aeropuertos están conectados a la red ferroviaria. Es una medida que en Europa se considera básica para que un aeropuerto sea competitivo. Cuando los americanos prefieren los vuelos en Málaga, antes que en Sevilla, influye que el aeropuerto malagueño es más grande y está mejor conectado con el transporte público.
Las ofertas ferroviarias no han mejorado, sino que han empeorado. El AVE a Madrid tarda más que en los tiempos de Felipe González. La duración del viaje a Málaga sigue sin agilizarse. Y el enlace transversal con Almería (que debería dejar ambas ciudades a tres horas de distancia como máximo) sigue sin realizarse, a pesar de que es necesario para la vertebración andaluza, como lo fue la A-92 por autovía. Andalucía necesita estar conectada por tren desde Huelva hasta Almería y desde Algeciras a Jaén, con servicios modernos. Y con una red metropolitana de Cercanías más competitiva. No sólo funcionan mal los Rodalies de Cataluña.
A la gente le da igual, no hay tantas protestas. Y así Sevilla y Andalucía padecen unos transportes del siglo pasado.
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