La aldaba
Carlos Navarro Antolín
¡Anda, jaleo, jaleo!
EN esta campaña electoral perenne en la que vivimos en este 2024, oficialmente desde hoy para los comicios europeos del 9 de junio, Vox ha vuelto a demostrar que es el principal obstáculo contra la alternancia política en España. El intenso año que prácticamente se ha cumplido desde las elecciones municipales y autonómicas en las comunidades que accedieron al autogobierno por la vía del artículo 143 ha demostrado que el partido de Santiago Abascal se convierte una vez tras otra en el mejor agente electoral para que la izquierda siga en el Gobierno, por más que las alianzas que sustentan la mayoría parlamentaria que invistió a Pedro Sanchez las firmen con independentistas de todo pelaje, sin importar que tengan un discurso supremacista y xenófobo, caso de Junts.
Sánchez tiene en Abascal a un aliado que le sirve en bandeja, con su radicalismo, el marco en el que el líder socialista agita el miedo a la ultraderecha y su estrategia de falsa igualación con la derecha liberal y moderada.
Así ocurrió en julio pasado con una lona infame contra las libertades de distintos colectivos o con la amenaza directa de volver a incendiar Cataluña si Vox participaba del poder Ejecutivo, que tuvo como resultado una agrupación del voto en esa comunidad en el PSC, que fue el que permitió un resultado en el que intentar esta legislatura inviable, en la que el Gobierno no es capaz de sacar adelante prácticamente nada que no sea la transacción corrupta de investidura a cambio de impunidad penal: la amnistía estará aprobada en una semana.
Ahí hay que enmarcar el acto en el que Javier Milei ha dado la coartada a Pedro Sánchez para sobreactuar y situarse como enemigo de la ultraderecha (pese a que pacta con Puigdemont).
Esta continua salida al rescate de Sánchez por parte de Vox ha tenido hasta ahora una reacción timorata por parte del PP que parece haber empezado a cambiar.
Alberto Núñez Feijóo no puede repetir el error de renunciar a los principios de su partido y tiene que diferenciarse del extremismo y presentarse como la única opción moderada para el centro político español, que es el que da las grandes victorias electorales. Su discurso en el debate del miércoles es un signo de que quiere zafarse de la pinza que PSOE y Vox pretenden hacerle y construir una alternativa al Gobierno más débil de los últimos lustros, sin socios en el Gabinete ni en el Congreso fiables y cercado por la sombra de la corrupción.
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