La aldaba
Carlos Navarro Antolín
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Vox pegó el campanazo en la negociación de la investidura con un listado de reivindicaciones que dieron que hablar en toda España e incluso provocaron reacciones en el extranjero. Albert Rivera posó en su día casi desnudo al completo y obtuvo una buena ración de esa notoriedad finalista que se conoce como publicidad. Los aldabonazos tienen eso: todos miran en cuanto se produce el estruendo. Cuando Ciudadanos comenzó a coger peso, Rivera tuvo la feliz idea de crear el personaje de malo oficial del partido, la persona que se encargaría de localizar las ovejas negras de un rebaño en crecimiento. A Vox se están acercando personajes de todo pelaje a cuenta del pelotazo de los doce diputados. El partido está explotando con habilidad el papel de víctima al que le relegan los escraches, los que se niegan a compartir mesa de negociación, los que lo sitúan fueran del marco constitucional y, por supuesto, la legión del resentimiento que acampa en las redes sociales. Pero nadie garantiza al líder de la barba afilada que algunos de los suyos no meta la pata. Eso tuvo claro Rivera cuando tiró de Fran Hervías (Tossa de Mar, 1983), un licenciado en Geografía por la Universidad de Gerona y máster en Climatología Aplicada por la Universidad de Barcelona. Fue fichado para acabar con los aprovechados que se acercaron al calor de los primeros éxitos de Ciudadanos, el partido catalán que ha acabado con implantación nacional en un tiempo más que meritorio. El combativo Girauta bautizó a Hervías como el Señor Lobo por la película Pulp Fiction. El malo, el principal fontanero, el implacable segador de la mala hierba... Lo han llamado de todas las formas. Se trata de un papel fundamental en todo partido emergente, donde la probabilidad de recibir rebotados es muy elevada. Vox ha crecido más de un 400% en poco más de tres meses, los comprendidos entre el mitin de Vistalegre y las jornadas posteriores a las elecciones andaluzas. Tendrá que afrontar cuanto antes una limpieza de exaltados y frikis a riesgo de que su imagen quede lastrada en un período clave que culminará en las elecciones de mayo, cuando todo indica que la formación entrará en los gobiernos de muchos municipios. El lobo de Ciudadanos se ha pasado meses con el coche de sede en sede, tanto para crear la estructura de la que goza hoy Ciudadanos como para extirpar los órganos podridos por la corrupción. Para Vox, de igual modo, se trata de no morir de éxito, de ejercer el derecho de admisión, de filtrar la entrada. Por el momento, el uso de las redes sociales, el papel de víctima que le regalan sus adversarios y la mayoría silenciosa descontenta con el PP le están sirviendo para crecer. Pero pronto necesitará su particular brigada de asuntos internos. No hay estructura de éxito sin lobo.
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