La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La 'mafia' consentida y conocida
NO me refiero al legendario escritor gaditano, al poeta que elogió Borges, al protagonista del amplio anecdotario y autor de la mejor novela que se ha escrito en España sobre la prostitución: Las mil noches de Hortensia Romero; un hombre que más que un hospital se merece una bodega de Chiclana. Me refiero a un Quiñones de nombre más campanudo: Rogelio Vigil de Quiñones y Alfaro (1862- 1934), médico militar de rotundos bigotes y uniforme de rayadillo; científico y soldado de categoría. Ya había decidido sumarme con entusiasmo a las voces que en los últimos días piden a la Junta de Andalucía que su nombre siga designando al antiguo Hospital Militar de Sevilla, cuando recibimos un correo del general de división en la reserva Miguel Simón Contreras, veterano de Ifni y Bosnia, que sienta cátedra en el Casino Militar de la calle Sierpes y que quizás es uno de los sevillanos que mejor conocen el desierto del Sahara. En su misiva, el general me ofrecía un preciso argumentario sobre la cuestión y no seré yo, que en mi breve vida militar no pasé de artillero raso, el que lo ponga en cuestión. En resumen, las razones para este empeño son: Vigil de Quiñones, quien era andaluz de Marbella, fue un médico militar ejemplar que supo conjugar sus facetas de sanitario, científico y soldado en todos los destinos a los que le llevó su carrera, especialmente en el sitio de Baler (los últimos de Filipinas), en el que tuvo un papel muy destacado, tanto atendiendo y curando a los heridos como combatiendo a los insurrectos. Es, en definitiva, un nombre histórico que nos pertenece a todos los españoles, no sólo a la comunidad militar.
Lo deseable, por tanto, es que el antiguo Hospital Militar, hoy civil y joya de la corona de la política sanitaria del autodenominado Gobierno del Cambio, conserve el nombre de Vigil de Quiñones. Las otras opciones, Muñoz Cariñanos (médico militar asesinado por ETA) y Jesús del Gran Poder, no están mal, pero no responden tan acertadamente al viejo espíritu de una institución que, como escribía recientemente su antiguo director, el general médico retirado José Luis Piqueras, se remonta al medieval Hospital de Escuderos del Rey.
Este argumento de antigüedad y respeto debería ser importante para un gobierno liberal-conservador como el que se supone que es el que preside Juanma Moreno. Sin embargo, el prócer malagueño, heredero a su pesar en la insubstancialidad arenista, se descuelga con una medida populista y naif: hará un referéndum (así lo llama) entre la plantilla para decidir cómo se denominará el hospital que se paga con el dinero de todos. Además de una memez, la propuesta denota un complejo muy de Juanma y de su PP sin alma, incapaces de asumir un personaje tan auténtico y alejado del buenrollismo. Demasiada cafeína. Aún así, haré campaña: vota Quiñones.
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