La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Los calentitos son economía productiva en Sevilla
Azul Klein
E L Festival Internacional de Danza de Itálica arrancó anoche con el estreno absoluto de la obra Éxtasis/Ravel (Show andaluz), un ejercicio de libertad creativa arrollador a cargo del bailaor sevillano Andrés Marín, que llevó al teatro romano de Santiponce una propuesta coreográfica de enorme interés que ha coproducido el propio festival con los teatros del Canal de Madrid. Vanessa Aibar, Andrea Antó, Chloé Brûlé y Lucía Vázquez acompañan a Andrés Marín al baile mientras que el piano de Óscar Martín, los saxofones de Alfonso Padilla y la percusión de Daniel Suárez dan forma a las músicas de Maurice Ravel, que incluyen Le tombeau de Couperin y una trepidante relectura del Bolero a cargo de uno de los compositores contemporáneos más interesantes de la ciudad, Alberto Carretero.
Es importante que el Festival de Itálica contribuya, y especialmente tras el apagón cultural que forzó la pandemia, a la generación de nuevas propuestas coreográficas, apoyándolas y haciendo posible el riesgo que entraña todo salto sin red que está en la génesis de las mejores obras. Sin duda, el estreno absoluto de este divertido y un tanto marciano Éxtasis/Ravel, que luego se mostrará en Antibes (Francia), pasará a la historia feliz de la danza sevillana contemporánea como ya ocurriera con los trabajos que presentó la bailaora Rocío Molina en el Claustro de los Muertos del monasterio de San Isidoro del Campo en la anterior edición de Itálica.
Las escenografías y vestuarios diseñados por el artista plástico José Miguel Pereñíguez, fiel colaborador de Andrés Marín en La vigilia perfecta que lo coronó en la pasada Bienal, convierten este ballet en una verdadera lección vanguardista donde el flamenco, la danza clásica, el baile español y el contemporáneo se fusionan con total desinhibición, y se confirma el talento de Andrés Marín para poner en movimiento sus propias fantasías y dirigir a cuatro de las mejores bailarinas afincadas en Andalucía, que no se arredran ante las complicaciones que a sus movimientos imponen las fantasías textiles con que las arropa Pereñíguez. Con talento y cierta fantasmagoría surrealista, el Festival de Itálica echa a andar al compás de Ravel y este año además se extiende por Alcalá de Guadaíra y la Rinconada bajo la dirección de Pedro Chicharro. La marca de calidad que aporta el certamen de la Diputación de Sevilla, cuyo cartel ha diseñado otra artista de la provincia, Gloria Martín, propiciará que otros tantos bailaores -Olga Pericet, María Moreno, Javier Barón y de nuevo, Andrés Marín- den forma a sus ilusiones en los distintos trabajos en proceso que mostrarán en el castillo de Alcalá en tanto que la danza internacional se refugiará de nuevo en el teatro romano para solaz de tantos aficionados fieles a esta cita imprescindible.
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