NOTAS AL MARGEN
David Fernández
Los profesores recuperan el control de las aulas
Según cuenta la tradición religiosa, la advocación de Nuestra Señora de la Cinta procede en origen de unas tiras de tela entregadas por la Virgen María al apóstol Tomás y a Santa Mónica como símbolo de protección y consuelo. En España, la leyenda indica la aparición mariana y la donación de la cinta en el siglo XII a un sacerdote de Tortosa, desde donde se extiende su devoción hasta distintas localidades como Barcelona, Madrid, Sevilla, Huelva o Jaén. Supuestas reliquias de la sagrada tira se encuentran en Grecia, Italia y en Tortosa, siendo la de esta ciudad solicitada por diversos reyes españoles con ocasión del nacimiento de sus hijos. La Virgen de la Cinta es patrona de Huelva, hallándose en su Santuario una bella pintura mural datada a comienzos del siglo XV y una talla procesional de 1760 atribuida al gran imaginero hispalense Benito Hita del Castillo. Asimismo, una escultura realizada por Juan Martínez Montañés en su taller sevillano en 1616 preside la catedral onubense, aunque no posee los atributos propios de la advocación. Cristóbal Colón se postró en marzo de 1493 ante Nuestra Señora de la Cinta a la vuelta de su primer viaje al Nuevo Mundo. Existen réplicas del mural en Sevilla, como el enmarcado por un retablo azulado en la Iglesia de San Roque o el retablo cerámico de mediados del siglo XX en la calle Progreso del Barrio del Porvenir.
La Catedral de Sevilla custodia una hermosa Virgen de la Cinta de barro cocido policromado en un altar barroco del siglo XVII situado a la izquierda de la Capilla de San Isidoro, en el muro oeste del trascoro. Modelada en torno a 1470 y atribuida por diversos investigadores al excelente escultor francés Lorenzo Mercadante de Bretaña, fue encargada por el canónigo Antón González de Chaves, quien aparece en una lápida que podemos contemplar en la parte baja del altar. La Madona en pie con manto celeste y túnica rojiza ceñida por una larga cinta porta el Niño en su brazo izquierdo, que sujeta un libro en sus manos. Posee características propias del maestro bretón como son el material empleado y la particular sonrisa de los rostros, especialmente reflejada en el de Jesús. Pertenece a la tipología de Virgen de Ternura que se consolidó en Europa a partir de finales del siglo XII en contraposición a la sedente y más grave Virgen de Majestad de épocas anteriores. El mismo artista crea otras obras para el templo mayor como la Virgen del Madroño, la imaginería de las portadas occidentales del Bautismo y de la Natividad y el deslumbrante sepulcro del cardenal Juan de Cervantes.
La delantera del palio de Nuestra Señora de los Dolores del Cerro lleva una pequeña figura plateada de la Virgen de la Cinta, mientras el azulejo pintado hacia 1940 por Antonio Kiernam –que pertenece a la Hermandad del Rocío de la Iglesia del Divino Salvador– es una réplica de la existente en la catedral hispalense, la cual nos sorprende con inestimables tesoros artísticos que deberíamos conocer en mayor profundidad.
También te puede interesar
Lo último