Francisco / Andrés / Gallardo

Vicente

Visto y Oído

01 de marzo 2016 - 01:00

SU calva sincera, sus rasgos redondeados y un carisma que fácilmente cae en la vehemencia (cómica o trágica) convierten a Vicente Romero en uno de esos secundarios impagables capaz de crecer, si él quiere, hasta ocupar toda la pantalla. Ya daba muestras en Padre Coraje, la miniserie de Benito Zambrano repuesta los domingos en Atreseries, la del asesinato del infortunado joven jerezano Juan Holgado. Su quinqui pregonaba en el juzgado aquel "que yo no ha hecho", con descarnada credibilidad. El personaje se defendía con mentiras pero el actor sevillano, desconocido hasta entonces, esgrimía toda su verosimilitud en este desalmado arrojado a los solares. Desde Padre Coraje muchos espectadores le echaron el guante y Romero, unas veces con papeles hosco, en otras con roles de ternura, se ganaba siempre la atención.

Tal vez el papel que atinaba en sus dos mejores vertientes, la dura y la de sensibilidad reprimida, lo logró en el perruno sicario de Crematorio. Obediente y callado, era quien ajustaba cuentas allá donde pedía aquel inmenso neo-cacique de Bertoméu a cargo de Pepe Sancho, profeta de tantos corruptos que han ido poniéndose en fila ante nuestros ojos en estos años.

Vicente también aparecía por Con el culo al aire, aquel camping de falsos harapientos con chispas opacas, pero vuelve a destapar todo su talento, su vis cómica conjugada en mala leche, en el rol de Rafael Vidal, el ayudante de Lluís Homar en Bajo sospecha. En el puzzle de investigaciones de la productora Bambú el actor andaluz sostiene muchas escenas con esa corbata que se le queda corta y esas miradas y frases concisas que lo convierte en un personaje alargado.

En la televisión actual hay todo un cuartel de intérpretes andaluces, una generación que incluso se luce con su acento virgen y su desparpajo, impensable lustros atrás en las cadenas madrileñas, y que dice mucho y bien de la creatividad y cultura de nuestra tierra.

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