¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Maneras de vivir la Navidad
La alegría expresada por el presidente Sánchez para con los jóvenes en su mitin electoral del pasado domingo en Murcia, focalizada en su promesa de subvención del cincuenta por ciento de los viajes en Interrail por Europa, tan de moda en la mocedad más viajada (y menos leída) de la historia, me ha traído a la memoria aquella canción de la Orquesta Mondragón, quizá su primer hit ("viaje con nosotros si quiere gozar, viaje con nosotros a mil y un lugar, y disfrute…", ¿recuerdan?) que bien podría encajar como sintonía electoral de la inminente campaña que nos amenaza.
Más allá del electoralismo descarado de la medida, que sugiere sobre todo un batacazo de consideración en las encuestas con la consecuencia inmediata de la búsqueda a la desesperada del voto joven y urbano, lo que la desautoriza es esa propensión de nuestros gobernantes a financiar gastos superfluos a costa de un endeudamiento que ya es simplemente insoportable, y que además remiten a un diagnóstico totalmente equivocado de nuestra juventud. El problema de nuestros jóvenes no es que no viajen (de hecho, algunos viajan hasta demasiado), sino que están, cada vez más, siendo educados en una sociedad con todos los derechos y casi ninguna obligación que, en muchos casos, sólo lleva dolorosamente a la frustración. Y medidas como esta lo que hacen es, sobre todo, confundir gasto con inversión: una buena beca otorgada a un joven con talento, primando el mérito, es siempre una inversión, mientras el viaje de Interrail pagado graciosamente a quien no lo merece no deja de ser un gasto injustificado, además de innecesario. Tampoco ha estado especialmente brillante la oposición en su contestación reclamando para sí el copyright de la medida, en lugar de rechazarla.
En lo que sí estoy más en sintonía con el presidente es con su anuncio consecutivo de promover un Interrail español, y no sólo para los jóvenes. Una de los mayores errores de los sucesivos gobiernos ha sido potenciar la infraestructura del AVE como transporte bandera hasta casi poner uno en la puerta de cada ciudadano, descuidando sin embargo la red de distancias medias y cercanías que tanto echamos de menos cuando viajamos (a nuestra costa, por supuesto) por otros países. Quizás porque allí hace tiempo que saben distinguir una buena inversión de futuro para la sociedad, de lo que simple y llanamente es una compra descarada de votos.
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