La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La sanidad funciona bien muchas veces en Andalucía
Desde hace un tiempo venimos practicando cierta modalidad de turismo interior. No nos referimos al turista de interior al uso, como aquel que realiza la ruta de los castillos y fortalezas de la entristecida Jaén o como el senderista que recorre trochas verdes por entre montes y desmontes. Hablamos de otro turista de interior. Esto es, aquel que se mira hacia dentro de sí para explorar sus calitas y ensenadas o, mayormente, para adentrarse en sus grutas más cavernosas. El turista de interior es aquel que recorre el insólito paisaje que lo habita y se extraña -o se aterra- al contemplarlo como si fueran las Prisiones de los grabados de Piranesi.
Ni que decir tiene que es un turismo abstracto y nada rentable. No crea empleo ni riqueza. Por eso es mejor hablar del turismo que sí deja dineros y supuesta prosperidad, como el que existía antes del coronavirus. Aunque de forma virtual, esta semana se celebra en Berlín la ITB (International Tourism Börse). Es una de las grandes citas para la industria del ramo y tiene este año como lema Repensar, regenerar, reiniciar: turismo para una mejor normalidad. No creemos que dicho lema resulte muy ilusionante. Pero sea como sea algún fanalillo de luz se otea para el turismo cara al verano, cuando al menos el mundo (rico) esté ampliamente vacunado. Andalucía se presenta al evento con su artillería. En particular, Turismo de Sevilla ofrece sus peculiares alicientes. Amén del turismo cultural, familiar y gastronómico, también presentará sus productos estrella, como el V Centenario de la Vuelta al Mundo, Sevilla Cuna del Flamenco, Sevilla Ciudad de Ópera o el 800 aniversario del nacimiento de Alfonso X El Sabio. Aparte, también ofrece packs de incontestable encanto para muchos como su oferta para Turismo Idiomático, de Salud y LGTBI. En lo personal tampoco nos ilusiona esta florida oferta paquetera, lo cual prueba nuestra total negligencia en materia de turismo. No obstante, sí hemos echado de menos un modelo o paquete que podríamos llamar como Turismo Sobornado o Turistas por Caridad. Es lo que se estila hasta el 31 de marzo en un pequeño lugarín de California llamado Valle de Santa María. El ayuntamiento local paga al parecer 100 dólares en un bono para que los turistas puedan gastárselos allí en cervezas y caldos. La seguridad frente al covid está garantizada. Mientras llega el verano como luz y promisión, Turismo de Sevilla debería lanzar este otro producto estrella para captar turistas por estricto orden de llegada y por justicia y fidelidad. Esto es, el turista nativo.
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