¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Esplendor del Palacio Real
Cuando llegó el árbol de Navidad los añejos reivindicaron el Nacimiento. Cuando se fue poniendo de moda Papá Noel por la práctica razón de que los niños tienen más tiempo de vacaciones para jugar, los añejos reivindicaron los Reyes Magos. Aunque resultaban antipáticos estos aguafiestas con cara de López Vázquez enfadado, bigotito imperial incluido, no dejaban de tener razón. Un Nacimiento es más bonito que un árbol de Navidad y los niños que reciben sus regalos en Nochebuena no conocen la impaciencia de volver del colegio para reencontrarse con los juguetes nuevos.
La protesta de los añejos tenía que ver con la fobia española a lo anglosajón y con el recelo católico ante la descristianización de la Navidad. Y resulta que, por antipáticos que fueran, en ambos casos volvían a tener razón. Porque a la larga resulta que de Inglaterra ya no llegaron películas de la Ealing y la Hammer, novelas de Dickens y las Brontë o de Conan Doyle y Agatha Christie, canciones de los Beatles y los Rolling o de The Who y Led Zeppelin; ni de Estados Unidos películas de Ford y Hawks o de Wilder y Kubrick, ni novelas de Steinbeck y Hammet, canciones de Sinatra y de Elvis, de Ella Fitzgerald y Aretha Franklin o de Johnny Cash y Patsy Cline, sino sobre todo unas horteradas cada vez más horrorosas. Inglaterra y Estados Unidos ya no son lo que eran, como demuestran el Brexit y Trump.
En lo religioso también tenían razón. De lo que se trata es de borrar cualquier huella cristiana del espacio público. Y esto no es un proyecto de la izquierda -solo en un país tan anticuado como el nuestro la izquierda sigue intentando legitimarse posando de atea y atacando a la Iglesia-, sino del capitalismo consumista ahora globalizado. El inteligente Chesterton lo supo ver hace muchos años: "Nunca se dirá lo suficiente que lo que ha destruido la familia en el mundo moderno ha sido el capitalismo. Sin duda podría haberlo hecho el comunismo, si hubiera tenido la oportunidad, pero ha sido el poder del capitalismo el que ha alentado por razones comerciales un desfile de publicidad y chillonas novedades que es por naturaleza la muerte de todo lo que nuestras madres y nuestros padres llamaron dignidad y modestia". Y el orondo escritor no podía sospechar lo que traería la globalización consumista de la estupidez. Lo pensaba leyendo que Halloween es la segunda fiesta más popular de España tras los Sanfermines.
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