La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La lluvia en Sevilla merece la fundación de una academia seria
Ha fallecido el cantante B. J. Thomas. Es posible que su nombre no les resulte familiar pese a tener importantes éxitos en Estados Unidos en el universo country y gospel que le valieron varios Grammy. Pero seguro que sí recuerdan la canción a la que debió su popularidad mundial: aquella Raindrops Keep Fallin' on My Head que Burt Bacharach (genial compositor y hoy venerable nonagenario adorado por el público y despreciado por los pedantes hasta que Elvis Costello y Bill Frisel le dedicaron un disco homenaje) compuso para la banda sonora de Dos hombres y un destino. La canción ganó un Oscar, encabezó las listas de éxitos tras vender millones de discos, fue cantada, entre otros muchos, por Perry Como, Sacha Distel, Johnny Mathis, Dione Warwick, Andy Williams, Matt Monroe y hasta nuestros Monna Bell, Julio Iglesias o Fiorella Faltoyano (impagable el vídeo que pueden ver en Youtube) y versionada por todas las orquestas ligeras, desde Ray Conniff a Frank Pourcel, Paul Mauriat o nuestro Waldo de los Ríos. Pero la mejor versión fue la original, tan velozmente compuesta como maravillosamente orquestada y minuciosamente grabada por el grandísimo Burt Bacharach -más de siete tomas, se cuenta, exigió hasta darse por satisfecho- y espléndidamente cantada por B. J. Thomas. Este buen cantante fue más que esta canción, pero su fallecimiento ha sido noticia mundial gracias a ella.
No es infrecuente que el poder del cine y el genio de los músicos que para él componen den fama mundial a cantantes que no vuelven a conocer otro éxito de tal magnitud. Hay casos límite en los que toda su carrera se reduce a la canción de una película: sucedió con Noel Harrison y su interpretación (muy evocadora, por cierto) de The Windmills of Your Mind que Michel Legrand compuso para la banda sonora de El caso de Thomas Crown. Y hay casos en los que una canción compuesta años antes, grabada y lanzada sin pena ni gloria por uno o más cantantes, se convierte en un éxito internacional gracias a una película. Cuando Nilsson grabó Everybody's Talking en 1968 la canción pasó tan desapercibida como cuando dos años antes la grabó su autor, Fred Neil. Pero al incluir John Schlesinger la versión de Nilsson en Cowboy de medianoche, la misma canción que había pasado por dos veces desapercibida se convirtió en un éxito internacional. Ya saben: en estas cosas el buen paño no se vende en el arca.
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