Gafas de cerca
Tacho Rufino
Un juego de suma fea
La ciudad y los días
PROMETÍ ayer aportar los testimonios contra el aborto libre de dos personalidades inequívocamente progresistas y laicistas: el catedrático de Filosofía Política Norberto Bobbio y el cineasta Pier Paolo Pasolini. Ellos, a quienes ni la mismísima Aído podría llamar fundamentalistas o reaccionarios, se expresaron así cuando la ley se debatió en Italia:
"Este asunto del aborto es el típico problema en el que nos encontramos frente a un conflicto de derechos y deberes. Ante todo el derecho fundamental del concebido, el derecho a nacer, sobre el cual, creo yo, no se puede transigir. Es el mismo derecho en cuyo nombre soy contrario a la pena de muerte. Se puede hablar de despenalización del aborto, pero no se puede ser moralmente indiferente frente al aborto… Está también el derecho de la mujer a no ser sacrificada por un hijo que no quiere. Y el de la sociedad (…) a ejercer el control de la natalidad. Son derechos incompatibles. Y cuando uno se encuentra frente a derechos incompatibles, la elección siempre es dolorosa. He hablado de tres derechos. El primero, el del concebido, es el fundamental; los otros, el de la mujer y el de la sociedad, son derechos derivados. Por otro lado, y para mí este es el punto central, el derecho de la mujer y el de la sociedad, que suelen esgrimirse para justificar el aborto, pueden ser satisfechos sin necesidad de recurrir al aborto, evitando la concepción. Pero una vez hay concepción, el derecho del concebido sólo puede ser satisfecho dejándole nacer. Reenviar la solución al momento en el que la concepción ya se ha producido es huir del fondo del problema".
"El hecho de que el aborto esté extendido es un argumento debilísimo desde el punto de vista jurídico y moral. Me sorprende que se adopte con tanta frecuencia. Los hombres son como son, pero precisamente por eso existen la moral y el derecho. El robo de automóviles, por ejemplo, está muy extendido y es algo ya casi impune, pero ¿eso legitima el robo? Las feministas dicen: 'Mi cuerpo es mío y lo gestiono yo'. Pero yo digo que aplicar ese razonamiento al aborto es aberrante. El individuo es uno, singular, pero en el caso del aborto hay un 'otro' en el cuerpo de la mujer. El suicida dispone de su propia vida. Con el aborto se dispone de una vida ajena. No veo qué sorpresa puede haber en el hecho de que un laico considere como válido en sentido absoluto, como un imperativo categórico, el 'no matarás'. Y a mi vez me sorprende que los laicos dejen a los creyentes el privilegio y el honor de afirmar que no se debe matar" (Il Corriere della Sera, mayo de 1981). Pasolini, mañana.
También te puede interesar
Lo último