La aldaba
Carlos Navarro Antolín
¡Anda, jaleo, jaleo!
Sevilla/Eran las ocho de la tarde del domingo y había cola a lo largo de la calle Alcaicería para cenar en un restaurante de moda, con carta de platos elaborados, con notable éxito de crítica y un local de pocos metros cuadrados, pero muy bien aprovechados. Tanto que se puede oír la charla de los comensales de la mesa de al lado. En la Alfalfa no había un solo velador libre. Y en la mayoría de los ocupados se bebía el cóctel de Aperol o directamente sangría, todo con sus correspondientes cañitas para sorber. Hay templos (Santa María la Blanca sobre todo) donde se exige respeto durante la celebración de la misa, por lo que se intenta suspender el turismo durante esa media hora.
El nuevo presidente de la asociación sevillana de empresas turísticas dice que captar turismo de alto nivel es más “sostenible”. Me conformaría con que fuera posible. Siento aguarle la fiesta al señor Jorge Robles, pero toda actividad que ha caído en las garras del consumismo y, por lo tanto, del éxito a corto plazo, no puede ya subir de nivel. ¡Y bien que lo lamentamos! No es por ser pesimistas, pero toda masificación tiende a la degradación. Estamos empeñados en hacer sentir al turista como en su casa en lugar de enseñarles la nuestra en todos los sentidos, que se supone que la nuestra nos hace atractivos de cara al visitante. El propio concepto de turista de alto nivel no tiene nada que ver con el de los años ochenta o noventa. Y el turismo tampoco. Se han disparado los desplazamientos, no se puede controlar el tipo de cliente que viene. Y no por abrir muchos hoteles de supuestas cinco estrellas se consigue que vengan esos turistas deseados.
¿Acaso se puede conseguir que el paseo de caballos de la Feria comience antes? No, de ninguna manera. Ni nosotros mismos somos capaces de recuperar la Feria de mañana, ¿vamos a lograr que vengan turistas de los que no parecen turistas, que vayan a nuestros bares y beban Tío Pepe o Cruzcampo a nuestras tardías horas? Tequiyá. Únicamente hemos creado en tiempo récord una infraestructura para dar respuesta al fenómeno masivo del turismo impulsado por los vuelos de bajo coste. Y con eso nos hemos llevado por delante buena parte de nuestro patrimonio inmaterial (horarios, usos y costumbres que sólo se valoran tras haberse perdido) y hemos puesto el material al servicio del negocio. Ni es festivo el día del Patrón, oiga. ¿Hay prueba mayor del vaciado que nos autoaplicamos? Traigamos venecianos que nos expliquen cómo conviven con el turismo de masa. Sería una buena idea. Terapia pura. El tema estrella de la campaña de las municipales será el de los efectos del turismo masivo . Y brinden con Aperol. Queda bien en las fotos. “Espectacular”, se dice.
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