La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La sanidad funciona bien muchas veces en Andalucía
Sorprende que Susana Díaz se indigne porque critiquen el uso de las tarjetas de crédito de la Faffe en afamados puticlubes sevillanos. Mientras dice, lógicamente, que fue "repugnante". En la política, como en el cerdo, se aprovecha todo. Hasta las sobras. No sólo hay jamón ibérico de pata negra, como el que se pagaba en algunos afamados restaurantes con las referidas tarjetas de la Faffe. Pero seamos sensatos. Si unos individuos del PP hubieran pagado con las tarjetas oficiales en cinco puticlubes, ¿qué se diría? Sería la derecha machista y asquerosa que contribuye a la explotación de las mujeres por traficantes sin escrúpulos, que las engañan, mientras ellos hacen de cómplices. Y con dinero público para la formación y el empleo. Pues entonces…
Es lo que pasó con la doble moral del progresista de la Faffe. Esto de la Faffe suena gangoso. La Faffe no era nigeriana, era la fundación andaluza para la formación y el fomento del empleo. Su gerente, Fernando Villén, se gastó 31.969 euros con tarjetas de esta agencia de la Consejería de Empleo en cinco puticlubes. Y con reiteración, pues han detectado 43 pagos entre 2004 y 2010. Por cierto que el número de los euros que se gastó, 31.969, es bonito para buscarlo en el sorteo del Gordo de Navidad. Termina en 69, para colmo.
La más famosa de todas fue la juerga del Don Angelo el 22 de marzo de 2010, cuando se fundieron 14.737 euros (otro bonito número) en pocas horas y lo pagaron con una Mastercard de la Faffe. Sólo esta mítica orgía bastaría para que sea un escándalo de proporciones descomunales. Además de que fueron a celebrarlo a sabiendas de lo que hacían ese día. En la Junta también había amigos y enemigos.
Pero no sólo estuvieron en el Don Angelo, sino también en otros locales de Sevilla: el Top Show Girl y La Casita. Con esas tarjetas hicieron cargos en un puticlub de Chiclana y en otro de Córdoba.
Fue el ex presidente José Antonio Griñán quien liquidó la Faffe, organismo que sólo servía para lo que sirvió. Con esas tarjetas también pagaron miles y miles de comidas en restaurantes, así como gastos de hoteles y discotecas de reconocido prestigio. Con razón se decía que la Junta de Andalucía ha dejado mucho dinero en Sevilla. Pocas infraestructuras, pero consumiendo algunos eran unos campeones.
Sobre todo dejan la vergüenza de un caso que no ocurrió por casualidad. Es lo que pasa cuando se abusa del poder como un derecho de pernada en plan feudal. Este caso, diga lo que diga la presidenta, es digno de utilizarse. Es la consecuencia de un tiempo bochornoso y descontrolado.
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