¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Esplendor del Palacio Real
Polanski presentó ayer en Venecia, y con éxito, su última película que quizás no casualmente trata del caso Dreyfus. La presidenta del jurado, la argentina Lucrecia Martel, pese a defender la presencia de la película en festival, declaró que no asistiría a la proyección porque "yo no separo al hombre de la obra". Posteriormente se perdió en un mar de contradicciones. Por un lado diciendo que "ponernos a expurgar la vida de todos los grandes artistas y prohibir las obras es una barbaridad, jamás prohibiría ninguna obra" y por otro afirmando que "eso de que hay que separar a la obra del autor va en contra del hombre, porque él es sus actos en su vida privada y sus actos en sus películas". Se equivoca. Talento no garantiza ética. Siempre causará desazón que genios como Wagner, D' Annunzio, Pound, Celine, Gorki, Heidegger, Althusser, Griffith, Riefensthal o Hitchcock hayan tenido comportamientos política o personalmente odiosos.
En una reciente entrevista Pascal Bruckner preguntó a Polanski: "¿Como judío que fue cazado durante la guerra, y cineasta perseguido por los estalinistas en Polonia, sobrevivirás al actual macartismo neofeminista que, además de intentar evitar la proyección de tus películas, entre otras vejaciones, consiguió que te expulsaran de la Academia de los Oscar?". Y el director polaco respondió: "Hacer una película como esta [sobre el caso Dreyfus] ayuda mucho. En la historia, a veces, encuentro momentos que he experimentado, puedo ver la misma determinación por negar los hechos y condenarme por cosas que no hice. Mi trabajo no es una terapia. Pero debo admitir que me resultan familiares muchos de los métodos del aparato de persecución mostrado en el film, algo que claramente me ha inspirado (…): acusaciones falsas, procedimientos judiciales pésimos, jueces corruptos y, por encima de todo, las redes sociales, que condenan sin un proceso justo o el derecho de apelación".
Más de lo mismo. La Real Casa de la Moneda Británica vetó la emisión de una moneda conmemorativa del 50 aniversario del fallecimiento de la escritora Enid Blyton por "racista, sexista y homófoba". ¿Y sus libros que han (hemos) disfrutado millones de lectores? Por lo visto son lo de menos. ¿Deberían, Ley de Memoria Histórica en mano, quitarse los monumentos, plazas y calles dedicados a Baroja por su Comunistas, judíos y demás ralea editado y prologado por Giménez Caballero?
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