¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Capitanía y los “contenedores culturales”
POR lo visto, la presidenta Díaz y el alcalde Zoido van a reunirse para dialogar y acordar sobre la solución urbanística a darle a los terrenos de Los Remedios que ocupaba, en tiempos mejores para la actividad productiva en Sevilla, la Fábrica de Tabacos de Sevilla. Es una buena noticia: la primera autoridad de Andalucía y la primera autoridad de Sevilla, la capital de Andalucía, pertenecientes a distintas formaciones políticas y representantes de distintas maneras de concebir la sociedad, se van a juntar para resolver un problema, para buscar una solución razonable, de cuya puesta en marcha pueden derivarse beneficios para la viabilidad de la ciudad, para la vida de los sevillanos y, en consecuencia, para Andalucía en su conjunto.
Buscar soluciones para la mejor vida de los ciudadanos: ése es el destino y la función de los políticos electos en democracia, por encima de las propias concepciones globales del mundo y más allá de las legítimas contradicciones existentes; y encontrar mecanismos de coordinación, transacción y acuerdo, más allá del ejercicio individualizado, aislado y prepotente de las competencias administrativas propias de cada ente. En la España democrática hemos venido careciendo mucho de eso, por algunas causas que enuncio.
Una de ellas puede ser la por muchos deseada, y pretendida para siempre, división tajante de nuestra sociedad en bloques eternamente inconciliables, portadores cada uno de ellos de unas verdades absolutas e inasumibles por la otra parte: derechas e izquierdas, buenos y malos, españolistas y nacionalistas, vencedores y vencidos… Ya lo decía, de alguna manera, Don Antonio Machado: "Una de las dos Españas ha de helarte el corazón". A propósito, un reciente representante de ese afán divisorio-condenatorio de una de las mitades de España ha sido el nunca bien ponderado y retrógrado cardenal Rouco Valera, con su apelación a una posible nueva Guerra Civil. ¡Váyase mucho con Dios! ¡Ya está bien de cotidianas confrontaciones absolutas!
Otra causa posible del desentendimiento entre políticos puede ser la excesiva burocratización o excesivo predominio de "lo administrativo" en la gestión pública. A mi modo de ver, los políticos españoles de los últimos tiempos tienen poco impulso, vienen careciendo de creatividad y de capacidad de decisión, y se entregan en exceso a los informes y gestión de los técnicos y asesores de diverso pelaje. Con todos mis respetos a su labor, no son los funcionarios o los sabios los que tienen la misión de diseñar las ciudades, por ejemplo, o de implantar modelos de sociedad. Ése es un trabajo de los políticos. El trabajo de los funcionarios es constatar si la solución propuesta por los políticos se ajusta a la ley; y el de los sabios, plantear las distintas soluciones posibles y comunicar las ventajas e inconvenientes de una u otra. Y, visto lo anterior, la decisión final ha de ser política. Es decir, servicial para el común.
Otro día, a lo mejor, hablo de los prejuicios sobre el urbanismo. Por ahora, baste decir una cosa: toda actividad humana necesita asentarse en un suelo físico. La historia del progreso de la humanidad es la historia de la ocupación y uso del suelo. Hasta la actividad telemática y la comunicación por el éter necesitan un emisor aposentado en algún suelo.
Bienvenidos, pues, sean los impulsos y contactos entre políticos, como bienvenida habrá de ser una solución para el uso, innovador y sostenible, de los suelos de Altadis.
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