¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
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En 30 años hemos visto hacer el ridículo a políticos con cargo, candidatos de distintos colores y personajillos de aparato que aspiran a llevarle el maletín al jefe. Todos recordamos pasajes en que nuestros representantes han hecho el idiota con bombo, platillos, notas de prensa y vídeos en las redes. La otra noche nos sorprendió un tipo en un debate electoral brillantemente organizado por Canal Sur Televisión. Cáspita, hace tiempo que no pasábamos tanta vergüenza ajena. El candidato de Sumar, señor Sierra, no miró en ningún momento a la cara a la diputada de Vox, Rocío de Meer. De hecho le dio absurda y groseramente la espalda cuando ella le interpelaba directamente. Un maleducado de libro con unas ínfulas intelectuales de manual, propia de los catedráticos de nuevo cuño de unas universidades donde no quedan grandes maestros. En democracia se debe y se pueden enfrentar ideas, polemizar, discutir, discrepar, rechazar argumentos y proponer los tuyos, emplear la ironía, la acidez, el sentido del humor... El abanico de recursos es amplio. Pero no se debe incurrir en esos desprecios barriobajeros contra nadie. Paco Sierra (“Llamadme Francisco”) no es el primero que se retrata al darle la espalda a un adversario en un postureo de teatrillo barato impropio de un catedrático que aspira nada menos que a ser diputado en las Cortes y que, por cierto, podría empezar por devolver el saludo de buenos días cuando accede a una estancia donde es recibido con consideración y respeto.
En una democracia se defienden las ideas con la palabra, los argumentos, los informes, los análisis. Su actitud de la otra noche fue soberbia, desproporcionada y propia de quien se desenvuelve con una suerte de supremacía moral. No creíamos en principio que fuera un acto de machismo, como la compañera Lourdes Lucio lo definió en la tertulia de análisis inmediatamente posterior, pues estábamos seguros de que hubiera hecho el mismo ridículo en caso de que el representante de Vox hubiera sido un varón, pero justo ayer no pasó lo mismo cuando Sierra tuvo que debatir en la SER con el diputado Francisco Contreras, también de Vox, a quien sí miró y con el que sí polemizó. Lourdes acertó: era machismo. En cualquier caso no se le da la espalda a nadie en un debate, como tampoco los diputados de Vox deben abandonar el Hemiciclo con jactancia mientras toman la palabra personajes que no son de su agrado, o como cuando parlamentarios del PP han dado la espalda a políticos de otros partidos. Paco no debe ser especialista en el saber estar, sencillamente se siente de una casta superior. Tan superior que ni se molesta en emplear el poder de la palabra. Ha nacido una estrella, Superpaco. Si logra el acta tendremos tardes de gloria.
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