La aldaba
Carlos Navarro Antolín
¡Anda, jaleo, jaleo!
SEGUIMOS igual que hace dos años en la Glorieta de Covadonga del Parque de María Luisa. Tras acceder al recinto por la portada principal, comprobar el abandono de La Raza, con una estética más parecida a Kiev que a los felices y luminosos salones que acogieron las miles de celebraciones familiares de sevilanos, pasar por la Plaza de España tomada por los turistas y los cuadros flamencos espontáneos, llegamos a las célebres esculturas de Coullaut Valera y Delgado Brackenbury. Alguien en esta ciudad tiene especial manía por la alegoría del Genio, estatua de piedra que embellece un hermoso lugar. La escultura representa a un joven acompañado por Minerva (diosa de la sabiduría) y otra figura agachada que representa la ignorancia vencida. El grupo es precioso, pero le faltan varias partes.
El joven tiene cortadas las manos como si fuera Cicerón. Hay brazos amputados. Tienen mejor suerte de momento las esculturas que representan la Ciencia, el Trabajo y el Arte, camufladas quizás por frondosos árboles. Fueron realizadas entre 1914 y 1916 de cara al 29. La del Genio es la que corre siempre la peor suerte. Hay que ser mulo para dedicarse a destrozar la estatua. Pasear por el Parque de María Luisa es sufrir en muchos momentos. El parque es una auténtica maravilla, ligado a la mejor memoria de la Exposición Iberoamericana. Nada que ver un paseo por sus hermosas calles y jardines que por la Isla de la Cartuja, inhóspita para el sevillano, alejada mentalmente de la ciudad y asociada a una vida en horario laboral y con accesos, en general, complicados. Pese a todo, en el parque hay zonas descuidadas, maltratadas y poco valoradas por los sevillanos.
La maleza ha crecido es las escalinatas y los acceso del Museo de Costumbres y Populares de la Plaza de América. Pareciera abandonado y cerrado, cuando no es así. Hay que cuidar y mimar el parque porque representa lo mejor de una muestra que ahora se pretende conmemorar con ocasión de su próximo centenario. Los edificios mejor conservados son los que tienen uso. Ahí se ven los casos de la antigua Capitanía (que se puede visitar los miércoles en dos turnos, a las 10 y a las 12) y de la Delegación del Gobierno. El parque necesita de una vez un equipo de vigilancia diario. No sería una gasto, sino una inversión. Una ciudad con un parque de esta categoría se debe plantear que este recinto atesora muchos más valores que los de un pulmón verde, que por supuesto lo es. Ya se vallaron sectores y se cumple el cierre nocturno. Pero sigue con estampas censurables. El Genio en Sevilla sufre. Qué metáfora más perfecta delante de nuestros ojos.
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