Monticello
Víctor J. Vázquez
El auxilio de los fantasmas
Sevilla/Cada mañana se aprecia la cola de espera desde mitad de noviembre. A las nueve ya es considerable. No es un bar, esta vez no. No todo son tabernas aunque lo parezca en los últimos tiempos. Se trata de gente que soporta un buen rato a la intemperie para comprar un décimo de lotería de Navidad. Ni la venta digital ha terminado con las colas en el Gato Negro o Sagasta. Mucho público quiere comprar el décimo en persona, pasarlo por el azulejo del felino (miau) o cumplir con otros rituales destinados a captar la suerte. En Sevilla recordamos premios gordos en Los Remedios, la Avenida y la Campana. Las posibilidades de ser agraciado el día 22 son muy escasas, pero hay algo en lo que no cambiamos: la ilusión por serlo y aparecer con el vaso de plástico y la botella de Dubois comprada a toda prisa en el supermercado del barrio y descorchada con jolgorio. Impresiona pasar por la Avenida de la Constitución con las oficinas bancarias recién abiertas y comprobar que se ha formado la cofradía de la ilusión pese a un frío de siete grados... ¡Y el establecimiento todavía cerrado! En el año 2022 se vendieron diez décimos del Gordo en esta oficina. El reclamo es fortísimo aunque sólo fuera un billete. No hay música mala cuando se trata de sacar a bailar a la suerte, no hay incomodidad, no hay timideces ni recatos, se olvidan las zonas de confort y se aguanta más que la sábana de abajo.
El dinero ganado en un sorteo de lotería está desprestigiado, pero las ganas, el interés y hasta los sacrificios por conseguir determinados décimos no están mal vistos. Se perdona la búsqueda de las perras fáciles, pero no su exhibición. Los jurdeles conseguidos por el trabajo tienen todavía un barniz de prestigio. Por supuesto lo tiene el obtenido por un negocio de los considerados como pelotazo, máxime en una sociedad que tiene orillada la cultura del esfuerzo, el mérito y el sacrificio. Pero pocos reportajes veremos días después del sorteo sobre los agraciados con millones de euros. Aparecen en el telediario de mediodía del día 22... y poco más. Acaso vemos algún reportaje sobre la despoblación de una pequeña localidad por efecto de haber caído el primero premio, o algún caso de mala gestión del dinero con el que Fulano fue agraciado. Quedan tres mañanas de colas desde bien temprano, tres mañanas para garantizarse un turno para comprar lotería. ¡Se dice pronto! Cuentan que las pensiones y la economía sumergida mantienen la paz social en zonas de Andalucía donde el paro se aproxima o supera el 20%. Y hay que añadir la ilusión, la ilusión por el dinero fácil.
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