Sólo falta un mes: Situación ante el 28-M

El escenario de cara a las elecciones municipales y autonómicas está más revuelto, o más indefinido, que en ocasiones anteriores y cualquier situación es susceptible de cambiar

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en un acto en La Coruña.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en un acto en La Coruña. / M. Dylan (Ep)

30 de abril 2023 - 06:00

EN el Gobierno tienen la esperanza de que en el mes que falta hasta que se celebren las autonómicas y municipales se cumplan las expectativas de la estrategia que habían marcado, y que la nueva Ley de la Vivienda, las cifras económicas y la polémica respecto a Doñana arañen unos votos que consideran indispensables para ganar espacio en el 28-M y ponerse en disposición de ganar después las generales.

En el PP, Feijóo mantiene la cautela y se aleja del triunfalismo de algunos de sus colaboradores, pero tiene la esperanza de hacerse con algunos feudos del PSOE y mantener los propios, tanto en gobiernos regionales como en ayuntamientos.

Vox tiene la esperanza de ampliar presenciar y obligar al PP a darle entrada en los despachos de poder, mientras la esperanza de Podemos es que las encuestas se equivoquen y el desplome no sea real; además, Sumar no se presenta a las elecciones del 28 de mayo, así que no tendría por qué producirse huida de votos hacia la formación creada por Yolanda Díaz.

El PNV tiene la esperanza de mantener sus ayuntamientos vascos y que Bildu no gobierne en ninguno de los grandes, los independentistas catalanes siguen a la greña y miran sobre todo hacia Barcelona para comprobar si Colau sigue en la alcaldía o pasa al socialista Collboni, que se está volcando para ofrecerle un triunfo a Pedro Sánchez. Y los partidos regionalistas, los de siempre y los recién llegados, mantienen las expectativas de ser necesarios para algunos de los "grandes" y puedan tener voz propia en parlamentos y ayuntamientos.

El escenario está más revuelto, o más indefinido, que en ocasiones anteriores. Porque hay partidos de nuevo cuño, porque Ciudadanos está prácticamente desaparecido y sus antiguos votantes serán decisivos para ganar o perder plazas relevantes, y porque la lucha encarnizada que mantienen PSOE y PP envenena una campaña electoral que el presidente del Gobierno no está dispuesto a perder y que promete lo que sabe que no puede cumplir, ante la indignación de sus rivales y la comprensión de sus socios.

Los problemas de verdad

La estrategia de Sánchez se ha basado en tres asuntos: la denuncia de la situación de Doñana, los datos económicos y la Ley de la Vivienda.

El PP ha contraatacado con los datos que demuestran que Europa ya multó y dio toques de atención al Gobierno andaluz en tiempos socialistas sin que la Junta tomara medidas; contraataca también con que las Tablas de Daimiel en Castilla-La Mancha, reserva ecológica protegida y humedal como Doñana, se muere por falta de agua y en su entorno se han tomado decisiones para regar a costa de las aguas del parque. Y contraataca con las cifras de déficit y deuda, con la inflación y con la forma en que Podemos pone a Sánchez contra las cuerdas obligándole a aprobar leyes como la del sí es sí o la ley trans. La primera con efectos tan indeseables que el propio PSOE se ha visto obligado a corregir con la ayuda del PP -y sin dar las gracias- y la segunda con efectos también indeseados que se verán a corto plazo, en cuanto aparezcan las consecuencias de no regular de forma rigurosa el cambio de sexo y las solicitudes de cambio en los registros de identidad.

Finalizada ya la pelea de estas últimas semanas, pelea intensa, dialécticamente muy dura, escabrosa, llega el momento de plantear los problemas que de verdad afectan a la vida cotidiana de los ciudadanos, más allá de los intereses partidistas. Sobre todo cuando se trata de partidos que pretenden que se consideren prioritarios lo que a ellos les conviene, no lo que conviene a los ciudadanos.

Por ejemplo, el trabajo. Las últimas cifras son malas para el Gobierno y para Yolanda Díaz, la ministra del ramo. Por mucho que intenten disfrazar la verdad los hechos son tozudos, y los millones de españoles que se encuentran en paro conocen perfectamente la situación y cómo se intenta disimularla contabilizando los fijos discontinuos como si tuvieran trabajo completo e indefinido, sumando también a quienes todavía están en perte o a quienes trabajan unas horas a la semana.

La inflación es una de las más bajas de Europa, repite Sánchez y es cierto, pero no cuenta que es extrema en los productos de primera necesidad, sobre todo en la alimentación. Por otra parte, la Ley de la Vivienda no sólo no resuelve el problema de okupación, con k, que afecta a centenares de miles de españoles, sino que lo agrava, y se agrava aún con la situación de la Justicia, absolutamente paralizada.

Se suceden las huelgas del personal de la judicatura, se ha intentado solucionar con subidas salariales a algunos de sus sectores y se ha provocado así la protesta de los que se van visto marginados, y en este momento la crisis es tan delicada que nadie que tenga asuntos pendientes con la justicia puede pensar que los va a resolver en unas semanas. Estos días, la desesperación de los abogados, y sobre todo de sus clientes, es máxima: se están fijando vistas y juicios para dentro de tres y cuatro años. Con una imagen demoledora: la ministra de Justicia no ser privó de pasar la Semana Santa en Málaga y la Feria en Sevilla.

El Gobierno central ya insiste menos en la situación de la Sanidad en las comunidades autonómicas gobernadas por el PP, cuando los datos han demostrado que también la situación es grave en gobiernos regionales socialistas, tanto o más que en el PP. Pero la responsabilidad de lo que ocurre en la Justicia es competencia exclusiva del Gobierno central.

Incógnitas de futuro

Sánchez mantiene su habitual triunfalismo respecto a la situación económica, pero tanto el Banco de España, como la Unión Europea y la Airef han dado un toque de atención al Gobierno. El déficit y la deuda están absolutamente disparados, y dejará en absoluta precariedad a quien gobierne España en los próximos años, que puede ser el propio Sánchez. Ocurrió cuando Rajoy ganó las elecciones en 2011: los datos de déficit que daba el Gobierno socialista no eran reales… y provocó que el PP no pudiera cumplir sus promesas de bajar impuestos, lo que desencadenó toda clase de acusaciones del PSOE.

También en los efectos de la sequía tiene responsabilidad el Gobierno central, sobre todo cuando esos efectos se podrían haber paliado si se hubiera puesto en marcha un plan hidrográfico riguroso. Intentó hacerlo el Gobierno de Aznar, pero Zapatero lo echó abajo en cuando llegó a Moncloa. Cuando finalizó su Gobierno -no quiso presentar su candidatura, pidió a Rubalcaba que se presentara- el diagnóstico fue prácticamente unánime: Zapatero había sido un mal jefe de Gobierno, un muy mal gestor.

Pero con el tiempo se ha demostrado que Pedro Sánchez ha hecho bueno a Zapatero. No sólo por aliarse con quienes no respetan la Constitución a pesar de que él mismo había declarado que esa fórmula le quitaría el sueño, sino porque no ha dudado en ceder a todas las exigencias de un partido populista de ultraizquierda como es Podemos.

Falta un mes. Los pronósticos apuntan a que Sánchez puede perder La Moncloa, pero hasta el 28 de mayo no se escribe la última palabra. Y en un mes, incluso en 15 días, cualquier situación es susceptible de cambiar. Que Sánchez y su PSOE se consoliden, que sean Feijóo y su PP el que lo hagan, que el rechazo a Sánchez no afecte tanto a su marca, que Feijóo dispare las expectativas del PP, que Podemos o Vox sean irrelevantes, que el PNV se acerque al PP… El 28-M es una incógnita, y las elecciones generales también lo son… pero vendrán muy condicionadas por el resultado del 28 de mayo.

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