La aldaba
Carlos Navarro Antolín
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Tribuna de opinión
Así expresada, la Sociedad Rural Digital podría parecerle a algunos una contradicción. Porque todavía hoy, todo lo relacionado con las nuevas tecnologías sigue revestido de cierto halo urbanita. Pero si abundamos en las estrategias digitales que se están desplegando en clave local y repasamos el estado actual de la conectividad en el medio más alejado de las ciudades, los vocablos rural y digital quizá comiencen a ir de la mano en nuestro imaginario colectivo.
Y en ese reto, el trabajo que vienen haciendo la Junta de Andalucía, las diputaciones y los ayuntamientos de nuestra comunidad autónoma, codo con codo y de forma sostenida, es el mejor ejemplo de lo que afirmo.
El panorama actual en este ámbito, además, es lo que puede palparse estos días en la V Feria de Innovación y Nuevas Tecnologías que organiza la Diputación de Sevilla, a través de su sociedad informática Inpro, en el patio de la institución intermunicipal.
Ahí puede comprobarse cómo, en el caso de nuestro territorio provincial, desde Inpro venimos desarrollando aplicaciones, implantando sedes electrónicas y portales de transparencia, además de agilizar trámites en clave electrónica, que permiten el seguimiento de cualquier documento o expediente de forma rigurosa y que facilitan la relación entre el vecino y su Ayuntamiento.
Todo ese océano de transacciones informáticas, además, está sustentado por un moderno centro provincial de datos, al que están conectados todos los consistorios, que continuamos mejorando y potenciando en capacidad y prestaciones.
Y a esos recursos, por último, añadimos la nueva red Tarsis, que llevará la fibra óptica a todos los rincones de la provincia de Sevilla, con lo que ello supone en la definitiva erradicación de la brecha digital entre lo rural y lo urbano.
Ahí, en ese trabajo para que lo rural sea también digital, los avances son palpables en toda España, como lo demuestra el dato de que, desde 2010, la cifra de hogares con internet se ha incrementado desde el 46% al 79,3% en los municipios de menos de 10.000 habitantes.
En definitiva, el caldo de cultivo digital que abren infraestructuras como Tarsis, en el caso de nuestra provincia, no acercan sólo la administración al ciudadano, sino que además suponen una oportunidad sin precedentes para albergar con garantías la transformación exponencial que nos traerán en breve el 5G, la Inteligencia Artificial o el Big Data.
Un cambio que algunos expertos califican como la cuarta revolución industrial en la historia de la humanidad y que, desde las administraciones locales, tenemos el reto de convertir en oportunidades de economía digital para nuestros pueblos.
Los municipalistas sabemos cuánto talento atesora la generación de jóvenes que se abre paso en nuestros municipios. Y a ellos tenemos la obligación de facilitarles las herramientas y la formación para un futuro en el que, según las predicciones del Observatorio para el Empleo en la Era Digital, ocho de cada diez jóvenes de entre 20 y 30 años encontrarán un empleo en trabajos que aún no existen.
Ante esa incógnita, el medio rural tiene que estar preparado y brindar las mismas coberturas tecnológicas y las mismas oportunidades que las grandes ciudades para el pleno desarrollo de la economía digital.
En definitiva, en la plasmación certera de una Sociedad Rural Digital nos va el futuro y, en ello, las administraciones tenemos que dejarnos la piel.
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