La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La sanidad funciona bien muchas veces en Andalucía
Los dirigentes de Vox no son muy amigos de hacer declaraciones periodísticas, y esa estrategia de contención le está dando buenos resultados. No hay sondeo que no recoja la subida del voto a Vox propiciado por los errores del PP, pero también porque cuanto menos insista públicamente en defender posiciones políticas y sociales que provocan rechazo, más fácil será que los votantes olviden algunas de las propuestas del partido de Abascal.
Días atrás, Macarena Olona decidió saltarse esa actitud de prudencia para decir que la fecha de la toma de Granada por los Reyes Católicos debería ser declarada Día de Andalucía y Fiesta Nacional, y ha sacado de nuevo a la luz el patrioterismo que indigna a tanta gente que se siente patriota, pero a la que incomoda cómo plantea Vox la defensa de los intereses de España. Olona es de lo mejor que hay en el partido, pero cuando le sale la vena ultra pierde puntos. Lo que no conviene a Vox, que pretende que sea su candidata en las elecciones andaluzas.
Este año electoral tiende a acabar definitivamente con el bipartidismo. No porque PSOE y PP tengan como adversarios a nuevos partidos liderados por personajes de enorme talento, sino que, por el contrario, en ninguno de los dos partidos que tradicionalmente han gobernado en España se ve hoy a dirigentes capaces de provocar una ola de entusiasmo que les abra las puertas de La Moncloa.
Las alianzas de Sánchez con socios detestables, más su inclinación por la mentira y la soberbia y por hacer suyas propuestas disparatadas de sus socios, han afectado seriamente a su capacidad de atraer votos; en cuanto al PP, la inseguridad que transmite Pablo Casado respecto a cómo debe organizar el partido y hacer oposición, le ha hecho perder el terreno ganado en marzo. Así, Casado deja campo libre a Santiago Abascal para defender su propuestas derechistas-populistas, propuestas sobre las que no insisten excesivamente en este año electoral, apuntándose al silencio inteligente ya mencionado.
Casado confía en ganar gobiernos regionales y municipales y, por ende, el Gobierno central. Tal como está el panorama, sólo podría conseguirlos con la ayuda de Vox, pero ni se plantea que el PP pueda compartir Ejecutivo con el partido de Abascal. Cuando se pone en duda que Vox acepte seguir apoyando gobiernos del PP desde fuera, en Génova responden que lo hará porque en caso contrario desaparecería si con su voto negativo o abstención diera gobiernos a la izquierda.
Como hipótesis para este 2022 está bien, pero da la impresión de que en Vox saben lo que conviene: cuanto más callan, más suben.
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