Gafas de cerca
Tacho Rufino
Un juego de suma fea
Como uno de los puntos de interés que colman Sevilla en estos días de puente interminable se encuentra la exposición de dulces de las monjas. Treintaicinco años ya de una muestra que desde ayer y hasta el lunes se halla en el Alcázar. Este año, la novedad de un dulce que las dominicas de Madre de Dios le han dedicado al arzobispo en sus bodas de oro con el sacerdocio. Trigesimoquinta edición de una muestra con arraigo desde el inicio que ya es una tradición más. Y se nos viene a la sesera aquella copla de Carlos Cano con título tan a propósito como es el de Alacena de las monjas. Pues de un puñado de alacenas de ese tipo y de toda la provincia llegó un señuelo más para el aluvión de gente en esta Sevilla ya abigarrado rompeolas. Caudalosas mareas humanas durante el día. ¿Sevilla capital del mundo? Qué quiere que le diga, pero si no lo es, sí que lo parece.
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